En el Barrio Rodrigo Bueno, a pocas cuadras de Puerto Madero, la zona más rica de la Capital Federal, las y los vecinos sobrevivimos al hacinamiento en viviendas que se acostumbraron a la inundación y a las historias como las de Bautista Rogelio, de 50 años: «Soy diabético e hipertenso y no tengo ventilación en casa. Las paredes están rajadas, el baño rebalsa siempre y cada vez que llueve se moja la caja de luz». Es imposible no estar cansado de tanto silencio: «¡Es un peligro! Desde el Instituto de Vivienda de la Ciudad me dijeron hace dos años que tengo prioridad por mi situación de salud, pero sigo esperando. Es como si no te escucharan».
Estamos sobre el canal del río, abrazados por la humedad y los olores nauseabundos. Pero conocemos nuestros derechos. Allá por el 2017 se sancionó la Ley 5798 que dispone la reurbanización del barrio. Pero después de tantas idas y vueltas, no queda otra que gritar como nuestra vecina Lorena Oviedo, de 41 años: «Tengo cuatro hijos y vivo acá hace nueve años. Como tengo el pozo cloacal dentro de mi casa, cada vez que hace mucho calor o llueve sentimos el olor en nuestro comedor. ¿Cómo van a comer así mis nenes? Pasamos frío, nos mojamos y la respuesta que recibo es que recién el año próximo me podré mudar. Yo no entiendo qué están esperando porque las viviendas ya están, nos esperan ahí vacías mientras nosotros sufrimos».
Y según los criterios de adjudicación del IVC somos las «prioridades» para ser relocalizados, pero seguimos esperando una respuesta que jamás llega. En este contexto de crisis sanitaria, más de 400 familias aún exigimos una solución habitacional de manera urgente, porque como Estefani Uribe de 27 años, ya no podemos quedarnos de brazos cruzados: «En mi casita vivo con mis tres nenes, mi papá, mi madrastra y mi hermana. Me prometieron que me iba a mudar el último diciembre y en febrero me dijeron que al final no. Ni siquiera nos permiten arreglar nuestras casas que filtran agua por todos lados; la mía está en peligro de derrumbe y me dicen que no es urgente. Me genera bronca la lentitud».
Por todas las respuestas que no suelen darnos, en Rodrigo Bueno sólo podemos organizarnos.