La Argentina todavía se quema y en los barrios sentimos ese calor, el de más de un millón de hectáreas que estuvieron bajo fuego mientras rogábamos lluvias. Nos llenan de humo y aguantamos la sequía porque lo que llaman “desastre natural”, siempre, siempre, siempre termina calando hondo entre quienes más vulnerados tenemos nuestros derechos. El mismísimo Servicio Nacional de Manejo del Fuego informa que el 95% de los focos son producto de intervenciones humanas. En ese mismo sentido, Fernando Barri, investigador del Conicet, explica la razón de las llamas y la desidia del Estado ante tanto blindaje y chamuyo: «Los incendios son producto de una lógica de desarrollo basada en la expropiación de la tierra y los recursos naturales. Están concatenados con una política histórica en la que se desprecia la naturaleza y no se comprende la importancia que tiene preservar los bienes y servicios ecosistémicos. Por eso tienen esta magnitud, recurrencia y poca intervención».
Sin embargo, aunque se haya aprobado la Ley de Manejo del Fuego, los humedales, tremendamente afectados por los incendios en la zona de la isla del Paraná este año, continúan sin una ley que permita su protección a lo largo y ancho del país. «Es asfixiante el humo; a mí se me seca tanto la garganta que me da tos hasta un punto en que termino vomitando de la picazón que no puedo aliviar”, así trata de sobrevivir Lorena Carabajal, vecina de Los Pumitas de Rosario, justo en frente de las islas del Paraná. A su salud, se le suma la preocupación por su hija: “A mi bebé le pasa lo mismo, de noche nos ataca más y tenemos los ojos rojos durante el día por la irritación que nos causa. ¡Todo mal! Queremos que se termine esto».
¿Y la Ley de Humedales? Por ahora es lucha, esa que insiste con que se oiga el pedido de protección urgente de estos espacios vitales para la preservación y regulación del agua que funcionan como grandes reservorios de la biodiversidad. Porque en estos, que representan casi el 20% del territorio argentino, yace la capacidad de almacenar, filtrar y regular el agua, por lo que son fundamentales para la protección de inundaciones o sequías. Como señala Ivo Peruggino, integrante de la Multisectorial por los Humedales de Rosario: “La gran demanda es la Ley de Humedales porque nos posiciona en otro lugar. Pero si es sólo eso, sin sustento ni reglamentación, termina siendo lo mismo que la Ley de Manejo del Fuego. Por eso buscamos formas de llegar a la gente, para que después se acerquen y vean que esta situación no da para más, para que descubran que existen otras maneras de vivir”.
Así, mientras las islas del río Paraná, que constituyen el humedal más grande de nuestro país, sufrieron más de 3.700 focos de incendio en lo que va del año, el agua cotiza alto en Wall Street y, una vez más, acá no protegemos nuestros reservorios. Sus negocios matan la tierra y hacen sangrar nuestros territorios.