31 enero, 2021
, Justicia

“LA ESCUELA DE LUCIANO ARRUGA“

mirada de luciano

¿Qué te podemos decir hoy? Realmente, ¿qué podemos decir cuando el virus del gatillo fácil sigue matando pibes tan soñadores como vos? Es otro enero en el que la memoria duele. Y vos seguís acá, volviendo a aparecer cada vez que nos sentimos perdidos, desorientadas, golpeados. Volvés a aparecer como lo hiciste durante estos 12 años para recordarnos todo el camino de lucha, esa identidad villera llena de resistencia y esa dignidad que nunca vamos a olvidar. Acá estás Luciano, presente como otro pibe de visera que supo plantarse ante la mafia uniformada y se negó a robar para ellos; 12 años en los que intentaron desaparecerte pero no pudieron. Solo con la justificación de “ser sospechoso”.

12 años pasaron Luciano, ¿lo podés creer? Nos privaron de nuestra identidad y nos siguen fusilando y justificando. Seis meses después de que te desaparecieran a Kiki Lezcano un efectivo de la Federal, Santiago Veyga, le disparó a quemarropa, lo grabó mientras agonizaba y lo enterró como NN. Una mecánica que prevaleció con Facundo Rivera Alegre: lo agarraron policías provinciales de Córdoba para cagarlo a palos porque se la tenían jurada, un año después lo desaparecieron y lo seguimos buscando. Luchamos por los que fueron asesinados; como Cristian «Paragüita» Toledo que el 15 de julio de 2017 volviendo de bailar a la Villa 21-24, donde vivía, lo asesinó Adrián Gustavo Otero, un efectivo de la Policía de la Ciudad.

Pero vos y los 7.587 asesinados por las Fuerzas de Seguridad desde que volvió la democracia siguen vivos en nuestra memoria. Soportamos las mismas artimañas y amedrentamientos en cualquier rincón del país donde nos mata la represión estatal. Pibitos, cada vez más chiquitos, son los que sufren el disparo por la nuca para después decir que “estaban robando”, que “eran peligrosos”, que “eran pirañas” o “hampones abatidos”, a pesar de que solo tenían 12 años, como Facundo Ferreira que padeció la barbarie de la Policía de Tucumán que le falsificó su identidad, su pasado y su presente para justificar la balacera.

Luciano, con tu ejemplo seguimos sembrando dignidad, en cada villa y en cada visera.