Solo bastan un par de gotas para ver cómo desborda la mierda junto con todo el agua. Sí, ¡se llenan de mierda nuestros pasillos! No es ninguna metáfora, sino la realidad. Rebalsa la bronca de tener que exigirle permanentemente al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y a todos sus entes regulatorios, como la Unidad de Gestión de Intervención Social (UGIS) para que brinden una solución. Sin embargo, solo se pasan la pelota, dilatan los tiempos y nos obligan a meter el brazo entero en las cloacas para destaparlas.
En el Barrio Fátima, de Villa Soldati, hace ya seis años que peleamos arduamente porque tuvimos que convivir con las cloacas que rebalsan ante cada lluvia. Entre los peligros de vivir en la insalubridad, se asoma el grito de Ramona González, una de las tantas vecinas luchadoras: “Que los pasillos se desborden por las cloacas rebalsadas nos trae problemas de salud, corremos peligro de caer en algún pozo o electrocutarnos. Las aguas que salen de ahí vienen directamente de los baños y se debe a que no hay mantenimiento cloacal”. La lista de reclamos es infinita y las soluciones nulas: “Llamamos todo el tiempo a la UGIS y al Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC), pero nunca tenemos una respuesta concreta”.
Son varios rincones de la Ciudad donde no dejamos de padecer la precariedad, algo que sucede también en la Villa 21-24, a pasitos del riachuelo, en Barracas, donde la situación es igual de injusta y preocupante. Alejandra Alvarenga vive en la manzana 19 y esta semana estuvo 4 días con la casa desbordada porque la cloaca colapsó: “El olor que hay adentro de mi casa es tan fuerte que no podemos vivir tranquilamente. Hay otros vecinos que están pasando por la misma situación; es muy riesgoso estar así, necesitamos respuestas de manera urgente”. A los peligros de ser paciente de riesgo, por la diabetes e hipertensión que sufre, ahora también se le sumó el de vivir en esa condición, por la que se intoxicó, levantó la fiebre y tuvo malestares estomacales. ¿Cuánto más debemos aguantar esto?
En la Ciudad de Buenos Aires se viven realidades paralelas: existe una «ciudad formal» mientras que en Lugano hay casas que tienen techos con nylon y chapa; una ciudad que abandonan sin pudor, donde las cloacas explotan, los pasillos se inundan, las casas se llenan de humedad pero la barriada nunca se acostumbra al mal olor. De esta forma pasa sus días Miguel Rodríguez en la Villa 20, que los tres años que lleva viviendo ahí siempre vio flotar el abandono: “Hicimos reclamos ante el IVC; sin embargo, cada vez que vienen solo miran y dicen que ‘pasará la persona correspondiente a solucionarlo’, pero nunca llega”. La misma diaria de siempre: llueve, se inunda, reclamamos, se tiran la pelota y nunca recibimos una solución.
No se aguanta más la mierda flotando en la Ciudad donde predomina la inacción.