21 febrero, 2021
, Comunidad originaria

LA CULTURA DEL DESALOJO

 

De norte a sur, las comunidades originarias sufren el amedrentamiento permanente, la persecución, la exclusión y el racismo, porque no pueden vivir en paz mientras el poder económico acecha cada metro cuadrado de terreno para apropiárselo. La comunidad mapuche Paichil Antriao padece los constantes ataques por parte de la Municipalidad de Villa La Angostura y la inacción del Gobierno de Neuquén.
Frente al abandono y la desatención, sigue latente la decisión de 2019 donde Andrés Luchino, el juez civil de primera instancia de Junín de los Andes, aceptó la demanda que había realizado la Municipalidad, ordenando que la comunidad Paichil Antriao entregara el territorio que habita; de lo contrario, desalojarían. El dolor de este pueblo se resume en las palabras de Florentino Nahuel, referente de la comunidad: “No van a parar hasta dejarnos sin nada, porque las empresas privadas en connivencia con los gobiernos, tanto municipal como provincial, intentan sacarnos para construir megahoteles en esta zona. Además, no quieren reconocernos a ninguna de las 66 comunidades originarias; nos marginan por ser Mapuche, es terrible el racismo que sufrimos”.
Otra vez la campaña del despojo y otra vez la resistencia originaria como respuesta, ahora relatada en voz de Florentino, que recuerda todos los pasos que tuvieron que dar desde 1995 cuando les empezaron a quitar su lugar: “Estas tierras que habitamos son las mismas que cosecharon nuestros ancestros, pero en la actualidad nos quieren lejos de ellas. Hace más de 100 años se nos entregó este terreno que tenía más de 600 hectáreas y hoy sólo nos quedan 128 después de tanto amedrentamiento. Por un lado, el gobierno provincial se lava las manos y por otro lado tenemos la Justicia que vela por los ricos a costa de nuestra historia”. Si no escuchan a las víctimas, al menos deberían leer la Constitución Nacional Argentina porque desde 1994 reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas, que también obliga a garantizar “la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que ocupan, y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano”.
Históricamente combatimos la estigmatización y la invisibilización, aunque hoy continúa vigente a pesar de que exista la Ley Nacional 26.160 de Relevamiento Territorial de Comunidades Indígenas, ya que el Gobierno de Neuquén no quiere reconocer a Paichil Antriao, habilitando que la Municipalidad de Villa La Angostura pase por encima del derecho a la vivienda y la tierra de 220 personas: “El agua corriente que tenemos fue producto de todo lo que construimos nosotros. También, durante muchos años hemos presentando petitorios ante el Ente Provincial de Energía de Neuquén y no hemos obtenido respuestas. Tuvimos que buscar nuestros medios para tener la casilla eléctrica y sólo con nuestras manos lo conseguimos, luchando contra los oscuros intereses que nos enfrentamos”.
Como tantas otras veces,
en nuestra tierra nos plantamos.