24 marzo, 2021
, Vacunas

ASINTOMÁTICOS, NUNCA MÁS

Asintomático nunca más

Ay, qué bronca esas vacunas, si tuviéramos algunas, ay, pero qué lío, nos querían tan enfermos que las tiraban al río, sin saber que regaban este mar, ¡sin temer que volvieran a contagiar! Ay, amor sin contrato, nos quedamos sin olfato y nos perdimos 30 mil, la que duele pero cura desde abajo del atril, el genoma del trabajo y el boleto estudiantil, la de Jorge Julio López y tu próximo albañil, ¡hisopado de Rodolfo para la prensa servil!

Ay, cuando llegue la vacuna que acuna la calma y sus lápices nos escriban el alma, sin apagones callapeones, ni vuelos de la muerte, ni duelos de la suerte, ay, quizá la normalidad se tilde o la impunidad estornude otra cara bonita, ay, entonces volverá Matilde Vara de Anguita, como vuelven los bebés que ya fueron otros niños y las bebas con barbijos que ya tienen otras niñas, ay, ¡qué hijos de Cortiñas!

Ay, que manden la vacuna del dios que desayuna y esos gritos de silencios que grabaron en la luna, porque los nietos empiezan a resplandecer, para recordarnos nuestra capacidad de arder, ay, complicaciones respiratorias en casi todas las masas migratorias del olvido, en este mundo inmunocomprometido, ay, ¡pero qué peste! Salvarse solo, cueste lo que cueste, suele ser sólo un período de incubación, desde las topadoras hasta las últimas dosis de la urbanización, porque al final hay un pueblo que se planta, que resiste y que canta, aunque nos toque gritar mucho por la comorbilidad que presenta la desigualdad, ¡la garganta de Santucho y los jóvenes de cualquier edad!

Ay, ay, ¡hay! La vacuna que soñaron, ésa que sus Madres ya probaron y hoy corre por las venas de cada renglón, para que la historia no sufra problemas del corazón, mientras algún cínico sesgo como factor de riesgo ruega «no mirar atrás» desde La Nación +, borrando el camino de la verguenza, ay, ¡pero qué divino Papel Prensa! Nada nuevo, placebo y contraindicaciones para sus convicciones, porque ni siquiera se imaginan qué sensación tan saludable, saber que no fuimos ni somos «población vulnerable», si somos todos y cada una, gritando desde Ushuaia hasta la puna, ¡porque aquí nadie abandona!

Que se venga esa vacuna.
Y que la traiga Ramona.