5 marzo, 2021
, ROSARIO

BOCACHA PRESENTE, LA JUSTICIA AUSENTE

Justicia por Bocacha
Entre las calles Génova y Colón, de la zona norte de Rosario, vivía un pibe que se llamaba Carlitos Orellano. Le decían cariñosamente “Bocacha”. Era leal al barrio que lo vio crecer; fanático de Rosario Central, tanto que vivía por ese club que lo enamoró. Un pibe que estudió toda la vida hasta que se recibió de maestro mayor de obra y se puso a trabajar.

La noche del 24 febrero del año pasado decidió salir a bailar con sus amigos y no volvió más.

Los patovicas del boliche “Sr. Ming” en complicidad con dos policías lo golpearon, asfixiaron y lo tiraron al río dejándolo morir. Las primeras 36 horas hicieron denuncias falsas que desviaron el transcurso de la investigación, descartaron filmaciones y alteraron las pruebas. Hoy Edgardo, padre de Carlitos, nos grita con bronca: “Borraron todo tipo de rastro que pudo haber esclarecido en ese momento el homicidio. Hasta las 3:20 de la mañana hay filmaciones. Estaba bailando, tranquilo, y después no se sabe cómo fue que desapareció de ahí adentro”.

En febrero imputaron a dos policías y a dos patovicas del boliche por homicidio. A los uniformados de esa noche, también los imputaron por falsedades e incumplimiento. La familia afirma que las pruebas son las mismas que en marzo del año pasado y lamenta que la Justicia no haya actuado antes. Los implicados vivieron 10 meses haciendo lo que quisieron, les perdonaron casi un año. Acá todos sabemos que las mentiras tienen patas cortas, pero lo que nadie te cuenta es que pueden llegar muy lejos con tribunales caminando a pasos de tortuga.

La causa aún está en la parte de investigación, el juicio no empezó y todavía no hay consuelo para tal ausencia: “Nosotros, la familia, estamos haciendo una investigación paralela. Esperamos los resultados de ADN de las muestras de sangre lavada que encontramos en el balcón del boliche que da al río, donde después el cuerpo de Carlitos salió derechito a flote”, remarcó Edgardo. Pero lo que cuesta entender, y nos pesa al caminar, es la silla vacía en la mesa familiar y la demora en la imputación de los implicados.

No es la primera vez que nos pasa. Pichón Escobar también un día salió a bailar y no volvió más. A Franco Casco lo detuvieron en una comisaría y su cuerpo fue hallado a flote en el Río Paraná.
Nuestros pibes no son descartables. Nuestros pibes tienen una vida y el derecho de vivirla.

Acá quedamos las y los que todavía la corriente no pudo arrastrar. Resistimos con memoria, en busca de la verdad y demandando que se haga justicia.

Justicia por Bocacha 1

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