Cuando parecía que estábamos desconectados, allá por julio del año pasado, con la comunidad organizada nos paramos frente a la urgente desescolarización que cada estudiante de primaria, secundaria, bachilleratos populares, contados de terciarios y universidades padecía por los pasillos. Los espacios educativos de nuestras asambleas hacen malabares para complementar a las escuelas estando codo a codo con cada niña y niño: ¿ya hiciste tu tarea? ¿Necesitás una mano? ¿Tenés un celular o computadora? ¿Hay luz en tu casa? ¿Tienen acceso a internet? ¿Hoy comiste? Preguntas que no dormían en los mensajes de WhatsApp, sino que se materializaban en ideas concretas para solucionar en el peor de los escenarios. ¡Del barrio para la comunidad! Así surgió la campaña #ContagiáConectividad, que garantizó la continuidad pedagógica.
Gracias a la solidaridad de gran parte de la sociedad, armamos desde entonces más de 50 nodos digitales; por cada donación pudimos instalar Wifi, tablets, notebooks y muchas herramientas más. Pero no alcanzaba, no era suficiente para nuestra realidad. El Ente Nacional de Comunicaciones entendió que los barrios populares necesitaban una solución, por eso articulamos para que vecinas y vecinos de 16 barrios inscriptos en el Registro Nacional de Barrios Populares puedan desplegar sus propias redes comunitarias. Sin embargo, ¡todavía resta el apoyo para 63 barriadas más! Y así amplificar la señal de aquello que ya construimos.
La conectividad comunitaria está en marcha, camina con el compromiso vecinal desde hace un año, mientras genera inclusión en distintas formas, entre ellas la digital. Un proyecto cada vez más elemental para la formación, y que las barriadas puedan tener la innegociable educación.