Ayer las calles fueron nuestras, otra vez. Dejamos cada olla popular por un día, para cocinar nuestra revolución; colgamos nuestras pecheras de trabajadoras de salud, para reivindicar el cuidado como herramienta de lucha; rompimos la pantalla de la complicidad, para mostrar que los femicidios de las villas no son televisados; cuestionamos el pasado y el presente, para construir un futuro; expusimos la violencia machista, para fomentar una Justicia feminista que pueda escucharnos.
Ayer paramos, para que sea remunerado nuestro laburo y para que dejen de matarnos.