22 marzo, 2021
, Rene Houseman

UN AMOR DE LOCO

Housemann

Comienza el partido, y en nuestro potrero se para un jugador con mil habilidades y mañas, un loco de los más lindos que han pisado la villa, para llevarla como símbolo en el pecho. Sale del vestuario con la camiseta puesta por la Memoria y ahí, acariciando la pelota, viene René Houseman para continuar este partido interminable contra la desigualdad. Era un brillo en medio de la noche interminable de la última dictadura, porque mientras regalaba gritos en las plateas, el mundial se comió todas las noticias mientras que las torturas, las desapariciones y los asesinatos eran moneda corriente. Ese mismo torneo le dio mil alegrías, pero también lo llenó de dolor cuando bajó del avión y volvió al Bajo Belgrano, donde le arrancaron las raíces: la dictadura militar erradicó su barrio, derrumbó su casa y obligó a que toda su familia se fuera de ese lugar. “Si hubiera sabido lo que ocurría en el ’78, habría renunciado a la Selección”, gritaba el Loco y no mentía, porque siempre se salió con la suya.

Todavía sentimos tus gambetas y tu garganta, entrenando a los pibes en el potrero de cualquier villa, que sentías como tuya.