¡Ayyy, pobres! Allá lejos, en Gran Resistencia, está el índice más alto de la pobreza, según el último informe del INDEC. En el segundo semestre del 2020, el 53,6% no alcanza la canasta básica total: ¡más de 200 mil personas! Acá cerca, en la Chacra 136 de la capital chaqueña, esos números fríos tienen nombres: en los seis barrios que la componen, San José Obrero, 29 de Agosto, Mate Cosido, Betina Vázquez, Las Palmeritas y San Expedito, sufrimos la pobreza estructural, que no son sólo datos, sino que involucra vidas condenadas a las pésimas condiciones habitacionales de cada barriada.
Como la falta de agua,
una pavada.
Más de la mitad de nuestras viviendas tienen conexiones informales y el 95% sufre la falta de presión, si es que sale algo de las canillas, ya que diariamente padecemos cortes totales del suministro. Es normal encontrar a una persona tirada en el piso o en cuclillas, maniobrando con una manguera para ver si cae un chorrito que le permita lavar los platos; así pasa sus tardes Alina Nilda Frome en el barrio Betina Vázquez: “Tenemos que poner el cañito sobre el piso para tener agua y hay días enteros que no cae nada, por más que el grifo esté en el suelo”. Por este motivo, en nuestra asamblea de Resistencia reclamamos constantemente a Servicio de Agua y Mantenimiento Empresa del Estado Provincial, ¡desde hace ocho meses! Después de ignorarnos una y otra vez, vinieron para “arreglar” lo que denunciábamos.
Algunas casas tuvieron presión sólo dos días,
y volvimos a como estábamos.
Ante la amenaza de una segunda ola y con la curva de contagios ascendiendo, seguimos sin agua, a pesar de que lo gritamos tanto como pudimos, en diferentes lugares del país. Pero ojo, eh, que esta problemática no es de ahora: en Las Palmeritas estamos así hace más de cinco años, y Griselda González, vecina del barrio, siente cómo se agrava con el paso del tiempo: «Antes de la pandemia, ya no alcanzaba ni para lavarnos las manos, ¡pero ahora notamos el riesgo real! Por las canillas muchas veces no sale nada y es desesperante; cuando hay, está sucia y no nos sirve». ¿Le pasa a ella sola? ¡No! El 75% de nuestras compañeras y compañeros detectan color, olor o sabor en el agua, si es que sale algo. La escasez también nos quita el tiempo, como a Viviana Molina del barrio San José Obrero: «Al no tener agua corriente, perdemos muchas horas cargando baldes para almacenar, ya que la presión es mínima. Cuesta mantener la higiene, porque alcanzamos a juntar apenas para una sola persona”.
Cuántas vidas salvaríamos,
si escucharan a Ramona…