Una vez soñamos que el 19 de abril era otra fecha más, que no había necesidad de conmemorar el “Día del Indígena Americano”, una especie de auxilio que tiene la memoria ante el genocidio que, 500 años atrás, acabó con casi 56 millones de vidas; el 90% de los habitantes de este “nuevo mundo”. Soñamos que, años después, no resonaba el galope arrasador de Roca, por ese “desierto” en el que vivían y trabajaban nuestros ancestros, pobladores originarios de este continente.
Soñamos una y otra vez, durante cinco siglos,
que esta pesadilla no seguiría latente.
No es tarde para abrir los ojos y ver la exclusión que hasta el día de hoy nos sigue desvelando. ¿Cómo sobreviven las más de 1700 comunidades indígenas que hay en Argentina? ¿Dónde vemos reflejada la diversidad cultural de los 34 pueblos originarios registrados por el INAI en el país? Barrios qom como la Quinta 24 en Castelli, Chaco, son abatidos por la falta de servicios básicos y tantos otros derechos. La historia de resistencia es definida por Marisa Acevedo como “la cosmovisión de los puntos cardinales y las creencias, la lengua y las prácticas culturales”. Luchas que siguen de generación en generación para mantener con vida a los pueblos arrasados: “Nuestros trabajos artesanales son los usos y trabajos creados por nuestros ancestros, nuestros antepasados”.
En el barrio La Cava de Rosario, la palabra qom de nuestra vecina y docente intercultural, Mabel Leiva, nos enseña que «la lengua materna es lo más importante porque el idioma se está perdiendo. Las últimas generaciones ni siquiera lo entienden, ni lo hablan». Además, Mabel cree que merecen ser visibilizados tanto en las necesidades que atraviesan como en las costumbres que hacen prevalecer: “Como la ley dice, somos preexistentes. Tienen que reconocernos, contar cómo vivimos, cómo trabajamos y cómo mantenemos la cultura». Hoy nos encontramos, en las localidades rurales y en cada uno de nuestros barrios autenticamente plurinacionales, intentando descolonizar el presente, sin olvidar ni perdonar el genocidio que marcó a fuego nuestras identidades.
