20 abril, 2021
, Latinoamérica

LA INTERMINABLE LUCHA CAMPESINA

Campesinos

En los territorios que habitamos desde nuestros orígenes, por la tierra que trabajamos diariamente, en el Día Internacional de la Lucha Campesina levantamos las voces latinoamericanas que brotan desde la organización popular, defendiendo la naturaleza y a quienes la cuidan como fuente de vida. Desde aquel 17 de abril de 1996, cuando asesinaron a 21 trabajadoras y trabajadores, que exigían la expropiación y entrega de tierras, en la zona de Eldorado do Carajás, en Brasil, toda la Patria Baja siembra conciencia para que las semillas de una nueva sociedad germinen en las bases.

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«Este día está teñido de luto y de lucha por la memoria de quienes murieron a manos del Estado brasilero. Por ellos, seguimos alzando en lo más alto la bandera por la Reforma Agraria Popular. En estos 25 años, el dolor se mantiene presente y permanecen secuelas irreparables entre los sobrevivientes de la masacre. Pero gracias a la memoria colectiva de nuestra sociedad, se arraiga la lucha por justicia. Hoy, el genocida de Bolsonaro tiene una concepción del mundo que sólo profundiza las desigualdades y el hambre en todo el pueblo. Lo vemos muy de cerca en nuestras 350 mil familias, en los mil campamentos que tenemos. Por eso, no dejaremos de luchar hasta el final”, Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) en Brasil.

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“Llevamos más de 500 años luchando por el territorio, porque en nuestras tierras están los saberes de nuestro pueblo y las prácticas ancestrales. Las grandes empresas concentran una gran porción del suelo y se debilita la lucha por un territorio colectivo, ya que las leyes los apoyan para que compren más y más terrenos, haciendo que nuestras comunidades sean expulsadas. Por eso necesitamos una revolución que descolonilice el pensamiento, se debe dar desde los pueblos y para eso es necesario tomar conciencia sobre el racismo, el clasismo y el machismo que sufrimos”, Melania Canales Poma, presidenta de la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP).

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“El hecho de poder organizarnos y frenar los procesos de acaparamiento de tierra y contaminación, para nosotros ya es un hecho de reforma agraria. Debe traducirse en el buen vivir de las comunidades, en la autonomía de las mismas, desde lo económico, lo político y lo social. Nos enfrentamos a grandes monstruos y cada vez es más necesaria la organización comunitaria para erigir una sociedad más igualitaria”, Deo Sumaj, integrante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero en Pampa Pozo, pueblo originario Vilela.

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«Nuestra lucha desde las zonas rurales es permanente. Acá hay poblaciones que no tienen luz ni agua potable para regar sus cultivos y, por la carencia de políticas públicas, nuestra gente se termina acostumbrando a la precariedad. Nos enfrentamos a ese abandono y también a los terratenientes que tratan de quitarnos las tierras. Debido a esto, tenemos un trabajo muy pesado para concientizar al pueblo y arrancar de raíz esa costumbre de ser violentados”, Pascual Nicolás Rebainera, delegado de la Unión de Trabajadores de la Tierra en Atamisqui, Santiago del Estero.

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En los horizontes del campo todavía se escucha,
cada grito que representa una misma lucha.