Hay cuerdas vocales que resuenan en Andalgalá, Catamarca; se hacen eco de una lucha que lleva 11 años defendiendo el territorio y cuidando el agua proveniente de los ríos de la zona. Voces que no se callan, a pesar de que el 12 de abril más de 40 efectivos allanaron los hogares de las asambleas ambientalistas y se llevaron siete personas detenidas. Ideas que permanecen encerradas en la Comisaría de Andalgalá por atreverse a denunciar el avance ilegal de la minera Yamana Gold. Daniela Fernández es hermana de Sara Fernández, que fue detenida por poner el cuerpo en defensa de los recursos del pueblo: “A nosotros nos allanaron el lunes a las 11 de la mañana. Ingresaron efectivos de la Fuerza Especial Kuntur y de Infantería. Redujeron a mi hermano y después a mi hermana. A ella la trataron de una manera muy violenta; la tiraron al piso, la golpearon, le dejaron marcas de asfixia, la agarraron del cuello y le reventaron un dedo al pisarle la mano». Un constante amedrentamiento que mantiene a cuatro asambleístas con prisión domiciliaria y siete que aún continúan detenidos en la Comisaría.
Son gritos de un pueblo consciente: desde 1997 batallan contra la contaminación que provoca el proyecto minero “Bajo de La Alumbrera”, una de las tantas empresas que consumen todos los recursos naturales, porque tienen permitido usar hasta 1100 litros de agua por segundo y ¡100 millones por día! Eliana integra la Asamblea “El Algarrobo”; brinda testimonio de la lucha pero teme dar su nombre completo por las represalias que sufren quienes son parte de las 584 caminatas contra la explotación minera: “Año a año van aumentando los casos de cáncer y de personas con diabetes, lupus e hipertiroidismo. Con todo el tiempo que llevamos luchando, hemos aprendido con la empresa Alumbrera que el agua no es negociable, aunque sea la única opción de trabajo que plantee el Estado como solución a nuestros problemas”.
Mientras las mineras avanzan en silencio, el pueblo grita con ímpetu, como hace Eliana por todos los derechos innegociables: “Estos proyectos destruyen el medio ambiente, pasando por encima de nuestro derecho a tener agua limpia y sana para vivir”. No hay tiempo para bajar la voz, ni para hacer un minuto de silencio; se agotan todas las instancias de denuncia y el pueblo está en un callejón sin salida, mientras que del otro lado de la pared, la Secretaría de Minería provincial está apoyando a las empresas que destruyen el medio ambiente.
Andalgalá resiste todavía,
contra el poder de la megaminería.