* Por Guillermo Cejas, compañero del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE), víctima de represión estatal.
¿Sabés lo que es estar durmiendo y que comiencen a golpearte de la nada? El jueves pasado viví una situación horrible en Loma Blanca Norte, departamento de Salavina. A las cuatro de la madrugada llegaron 40 efectivos de la Policía santiagueña con armas y escudos a nuestra casa; hicieron un desastre. Sin mostrarnos la orden de allanamiento, entraron a los golpes, nos tiraron al piso y nos esposaron: a mi hijo más chico, Edgar, y a mí nos llevaron hacia la Seccional N° 33 de Sumampa, ¡descalzos y con el torso desnudo!
En el trayecto hacia la comisaría, nos dieron una paliza que no nos vamos a olvidar más. Tengo la imagen clara de cuando me pisaban la cabeza; no paraban de pegarme en la cara, en el estómago y en los testículos. Todavía tengo moretones y dolores en la cadera, porque eran 3 efectivos los que me lastimaban sin parar. Pero sentí el peor dolor al ver que le pegaban a mi hijo. Mi chango tiene tan sólo 14 añitos, y también le pisaron la cabeza. Él es menor de edad, ¡no tenía por qué estar en una comisaría durante cuatro horas! Hoy está bien, aunque le hicieron el examen médico y vieron que tenía chichones en la cabeza y marcas de los golpes que recibió cuando se lo llevaron.
De la Comisaría de Sumampa nos trasladaron hacia el Centro Único de Detenidos, en la ciudad capital. Al otro día ya estaban acompañándonos todos los compañeros del MOCASE, que se quedaron hasta que nos liberaron, realizando todas las denuncias y solicitando el apoyo de organismos de Derechos Humanos, que también estuvieron con nosotros. Aún siento la bronca porque estos amedrentamientos vienen de parte de una familia poderosa que quiere quedarse nada más y nada menos que con nuestras tierras. La familia Molina forma parte de un patrón que se repite a lo largo y ancho del país: son terratenientes que identifican terrenos para usurpar, y ponen en marcha una serie de acciones destinadas a desgastar a la población para que se vaya del lugar. Hostigan a la comunidad robando animales, arruinando pozos de agua o hasta realizando denuncias penales contra las y los campesinos.
Hace un tiempo que nos quieren sacar, y por esto hemos denunciado a “Yiya” Molina y a su familia, porque defendemos lo que es nuestro. Sin embargo, la Justicia no investigó y, por el contrario, hizo caso a una denuncia que nos acusaba de “amenazas calificadas y lesiones leves”, algo completamente falso. Este es nuestro medio de subsistencia, ya que vivimos del campo y criamos nuestros animales acá. Y no solo eso: aportamos alimentos sanos al pueblo, porque trabajamos la tierra a conciencia, cuidándola.
Ya hicimos responsable a la Fiscal María Victoria Sottini, que es cómplice del amedrentamiento, porque sabemos gritar bien fuerte contra cada injusticia. Ahora queda seguir organizándonos, como hicimos históricamente. ¡La lucha campesina está vigente!