En la Patagonia se preguntan qué pasará mañana, tratando de ser optimistas sobre lo que vendrá, creyendo que todo podrá mejorar. Sin embargo, en el sur no hay un panorama alentador: se cumple un mes desde el inicio de los incendios arrasadores y, aunque no se pueda ver, hay corazones que todavía sienten el dolor de haber perdido todo en las localidades de Lago Puelo, Las Golondrinas y El Hoyo. No se puede pensar en el después, mientras hay más de 500 casas afectadas por las llamas. ¿Y las personas damnificadas? Se las rebuscan para restaurar sus vidas, entre las cenizas y el abandono estatal.
En un suelo que albergó históricas resistencias, siguen de pie en comunidad, siempre resurgiendo, como describe Juan Chávez: «Los alimentos que nos donan, se organizan y se acumulan en puntos de acopio para después distribuirlos a los vecinos. Todo ese apoyo es de la gente, porque el Municipio ni aparece”. La Comarca Andina, que tanto entusiasma por sus paisajes, hoy viste un color gris que es consecuencia del fuego. Esto es lo único que ven muchos ojos, que siguen sin suministro eléctrico ni de agua y sin soluciones efectivas por parte del gobernador Mariano Arcioni. La destrucción arrasó hectáreas de bosques nativos, pero también los terrenos y las casas de tantas y tantos pobladores, como Osvaldo Tarsia: “Estamos tristes, la verdad. Permanecemos a la intemperie con los sillones. Cada día lo pasamos muy mal, porque seguimos sin poder creer todo esto. Miro a nuestro alrededor y sólo veo que está todo quemado”.
A pesar de todo, el dolor se transforma en organización; no claudican, no bajan los brazos, no pierden las esperanzas; recolectan donaciones de materiales de construcción, placas de madera prensada para las paredes, aislantes, cemento, palas, carretillas y luces de emergencia. ¿Y el Estado? Únicamente les ofrece como solución la relocalización, pero Osvaldo se mantiene firme para continuar construyendo su futuro en el mismo sitio que tiene su pasado, aunque el Municipio aprovecha para despojarlos de aquellas tierras admiradas por la codicia: «Pretenden que nos vayamos, pero no queremos. Ni siquiera ofrecen una solución real, porque no construirán nada: nos quieren mandar a unas viviendas de emergencia para echarnos de este lugar”.
Se acerca el invierno, las noches son heladas,
y las viviendas siguen destrozadas.