11 mayo, 2021
, Tucumán

LA CAMPAÑA DEL DESPOJO

baldes

Qué difícil es levantar un hogar en Tucumán y mucho más sostenerlo, qué difícil es que pasen de generación en generación las tierras desde inicios del siglo XX y qué difícil es para Colonia Chazal seguir luchando contra el amedrentamiento. Qué difícil es para Colonia Chazal estar desde el 2009 reclamando por sus tierras de las cuales fueron despojados para que el Grupo Lucci construya el San Pablo Country Life and Golf. Las 11 familias que viven ahí tienen la necesidad de sobrevivir a la pandemia desde su hogar. Si no, ¿dónde van a parar? No hay respuestas; ni de la Comuna de San Pablo, ni del gobierno provincial de Tucumán. ¡Cuidado! Porque no sólo les quieren robar sus terrenos, sino que el camino que tenían para salir del lugar fue cercado, encerrándolos y dejándolos sin entrada ni escapatoria. Ojo si vivís por ahí, porque todas esas tierras que habitaron distintas generaciones desde hace más de 100 años, ahora son parte del trazado y del plano que otros empresarios deciden construir.

¿Qué deben sentir en Colonia Chazal si la semana pasada las topadoras ingresaron al barrio para destruir la canchita de fútbol, a pesar de que una medida cautelar lo prohíbe? ¿Cómo deben reaccionar si, al defender sus tierras, la seguridad privada los golpea y les rompe la cabeza literalmente? Les dejaron un pedazo de campo, mientras que el Gupo Lucci ocupaba 330 hectáreas sobre el pedemonte de la Sierra San Javier. Los 69 años de vida en el mismo pasto no significan nada contra los intereses empresariales, porque así lo padece Humberto Gómez: “Daniel Lucci siempre intentó sacarnos porque le arruinamos el negocio, pero él nos arruina la vida si nos saca. Quisieron pasarnos por encima con topadoras, pero no los dejamos. Toda mi vida estuve acá, ¿cómo pueden pensar que me voy querer ir?”.

No importa el espacio comunitario, sólo interesa que se lleve adelante el barrio privado más grande de Tucumán. Intereses que privan a toda la comunidad de sus derechos, porque entre tanto amedrentamiento les cortaron el suministro de agua potable. ¿Y la Comuna de San Pablo? No intercede, no dice nada, no penaliza ni resuelve. Gracias si llega un camión cisterna por semana que manda la Municipalidad de Yerba Buena, y hasta ahí nomás. Un dolor que pasa de mano en mano, porque Daiana Celicia Villagra lleva 28 años de vida en el mismo campo viendo como sus vecinas y vecinos no paran de luchar: “Tenemos dos juicios ganados contra el desalojo y varios más en curso; está claro cuál es la posesión histórica de las tierras. Hay amparos y medidas cautelares que nos defienden, pero aún así avanzan contra nuestras familias y limitan nuestro derecho a una vida digna. El Estado está completamente ausente, nos deja abandonados a nuestra suerte y permite que nos amedrenten. Ni siquiera se preocupan por la salud de la gente adulta o los niños pequeños, simplemente miran para otro lado”.

Otra comunidad más,
que intentan borrar su pasado.