20 mayo, 2021
, San Miguel del Monte

VUELEN ALTO

ilustración masacre san miguel del monte

Cae otro otoño en la plaza de San Miguel del Monte, en provincia de Buenos Aires. Otro 20 de mayo donde nos duele el recuerdo de la masacre. Las hojas secas decoran el suelo, sopla la brisa y vuelve el fresco recuerdo de la sonrisa de Aníbal Suárez buscando contagiar alegría. Desde su tierra misionera hasta su hogar en Monte, se instaló un pibe con ansias de juntar un poco de guita para volver a arreglar su casa y ayudar a su viejita.

La plaza por la que pasaba Gonzalo Domínguez todos los días antes de ir a la escuela y su barrio todavía tienen marcados los trazos de su patineta. Los responsables de haber frenado su andar quisieron esconder el crimen, pero en la memoria quedó guardada su alegría incomparable, al igual que esa habilidad para practicar distintos deportes. El amor por sus hermanos lo caracterizaba, el beso de buenos días de su madre lo despertaba. Partió de su casa diciendo “Ma, te amo”. Y sus seres queridos no lo volvieron a escuchar después de esa noche.

Otro 20 de mayo, donde el skatepark ya no hace eco con las rimas de Danilo Sansone, no siente el rap que lo apasionaba. Aunque siempre daba vueltas con su patineta, su sueño más grande era poder tirar gambetas. La humildad era su huella, si te veía sin zapatillas te regalaba hasta las medias. Es imposible que se muera alguien que está presente en cada batalla, en cada freestyle, en cada juntada.

Cae otro otoño en la laguna de San Miguel del Monte. El paisaje, las flores, los atardeceres que tantas veces retrató Camila López. Su sueño de ser fotógrafa había comenzado a florecer. Disfrutaba de las noches de verano, los mates con amigas y amigos, las risas. “Las mismas de siempre” junto a su fiel compañera Rocío. Hoy sólo podemos ver su libertad y su sonrisa en videos; intentaron disfrazar la atrocidad que esos mismos policías cometieron, pero ella sigue riendo.

Quisieron salir ilesos de poner en riesgo la vida de Rocío Quagliariello, y matar a sus amigos impunemente. No pudieron borrar los rastros de su responsabilidad. Otro 20 de mayo recordando con amor, pero aguantando el dolor y la impotencia. No pudieron ni podrán callar el recuerdo de sus almas que vuelan alto. Nos faltan cuatro amigos, cuatro hijos y el padre de un nene. Otro 20 de mayo sobreviviendo con la fuerza de su amistad. Otro 20 de mayo pidiendo justicia, para que acabe la impunidad.