Si no tenemos opciones, no podemos elegir: se supone que nos toca conformarnos con lo que hay. Entonces, no queda otra que gritar. Acá no tenemos el acceso básico a nuestra salud sexual reproductiva y no reproductiva; cuando vamos a los centros de salud más cercanos para buscar pastillas anticonceptivas, inyectables o parches, la respuesta es prácticamente la misma: “Todavía no llegan”, “Hace meses que no nos mandan”. La verdad es que harta, porque la falta de ESI demuestra la escasez de información y de protección; si bien el preservativo, por ejemplo, es un método de fácil acceso, ¡andá a pedirle que se lo ponga! Aunque existe una ley de Salud Sexual y Procreación Responsable, el Estado nos margina en cada barrio popular porque el acceso de los métodos anticonceptivos está limitado sólo a quienes pueden pagarlos.
* «Elegir entre comprar una caja de pastillas anticonceptivas o comer, nos afecta económica y emocionalmente. Es imposible priorizar entre la comida o la salud. Para acceder a los métodos anticonceptivos, acá hay que ir hasta el Periférico, un centro de salud al cual llegamos después de atravesar una bajada de hielo larga. Una vez que llegás, te dicen que no hay. Imaginate esa situación», Roxana Peredo, Barrio Obrero, Tierra del Fuego.
* «Aquí no tenemos centro de salud. Las y los médicos vienen cada 15 días a atender en un galponcito que les presta la escuela Federico Maggio, y ahí reparten los métodos anticonceptivos si es que tienen. Para comprarlos, la farmacia más cercana está en Media Agua, una localidad que se encuentra a 25 kilómetros. Durante cinco meses estuvimos sin asistencia, y recién ahora los médicos volvieron a hacer controles y chequeos. La falta de métodos para cuidarnos afecta de forma directa a todas las vecinas», Lorena Córdoba, 32 años, Punta del Agua, San Juan.
* «Acá no están entregando anticonceptivos, principalmente inyecciones y pastillas. Yo uso pastillas y cuando voy a consultar si tienen en la Unidad Primaria de Atención, la única respuesta que recibo es que «no hay en el Ministerio de Salud de la provincia». Y entonces tengo que ir a averiguar a otros centros de salud más alejados para ver si las consigo, porque si no debo pagar hasta $1000 por una caja de pastillas anticonceptivas en una farmacia y me resulta imposible», Alessandra López, 22 años, Bosco II, Santiago del Estero.
* «Ya pasaron 6 meses y aún no hay inyecciones anticonceptivas en el Centro de Salud. Hay muchas vecinas que sólo cuentan con dinero para mantener la economía de sus casas o para comer, y no pueden comprar este tipo de métodos para cuidarse como cualquier otra persona. Nos afecta mucho el hecho de que no haya anticonceptivos en el dispensario. Es tarea del Estado garantizar el cuidado de nuestra salud», Maria Ojeda, 25 años, Los Pumitas, Rosario.