Hace cinco años levantamos nuestro comedor en el corazón de la Villa 31, y decidimos llamarlo «Gustavo Cortiñas», reivindicando al militante que luchó en nuestro barrio hasta que la última dictadura cívico-militar argentina nos lo desapareció. Peleamos para que se reconozca nuestro trabajo, para que lleguen políticas públicas que sostengan el derecho más básico y necesario de todos, un plato de comida.
¡Hasta que la dignidad se haga costumbre!