* Por Carlos Alberto Saavedra, hermano de Milagros Saavedra, asesinada ayer en un tiroteo en el barrio San Rudecindo, Florencio Varela.
Ayer a la tarde, antes de que mataran a Milagros, fuimos con mi hijo a una juguetería para comprarle un cochecito a batería. Estuve hablando con ella antes de ir, nos reíamos porque lo cargaba a mi hijo diciéndole que se lo iba a usar cuando volviéramos, que nos esperaba con unos mates. Cuando llegamos a mi casa, alrededor de las 19.30hs, luego de comprar el regalo, mi hermana ya estaba muerta. No sé cuántos llamados hubo al 911, pero fueron muchos. La Policía llegó una hora después y la ambulancia tardó tres horas; la revisaron así nomás, dijeron que estaba muerta y se fueron. Los peritos fueron los últimos en venir: analizaron a Milagros y se la llevaron.
Este barrio es una zona liberada por las fuerzas, no sólo hoy; generalmente hay tiroteos entre bandas que venden droga, pero la Policía no se mete, nunca está y siempre llega cuando se terminaron los enfrentamientos. Los vecinos estamos desprotegidos, no nos queda otra que meternos abajo de la cama, rogando que no pase nada. Ayer le tocó a mi hermana, y estamos desconsolados.
Hace unos días vinieron policías vestidos de civil al barrio. Yo volvía de laburar, pasé por el kiosco, me pararon y me pegaron en el piso sin ningún motivo; yo les decía que iba a comprar al kiosco, pero me seguían golpeando e insultando. Esto pasa muy seguido acá; vienen de vez en cuando y nos maltratan porque sí.
En cualquier momento te pueden arrebatar la vida como si nada. Esta vez asesinaron a una chica que no se metía en problemas, no jodía ni le faltaba el respeto a nadie; iba al colegio y pasaba mucho tiempo en su casa. Ayer fue todo tan rápido que no se pudo hacer nada, en un abrir y cerrar de ojos perdí a mi hermana. Lo único que pido es que se haga justicia, y que nunca más se vuelva a repetir algo así. Hoy lo sufrimos nosotros, pero si la Policía y la Justicia no funcionan como deben, mañana puede pasarle a otra familia.
