Fuimos hasta el nido de la música villera, con nuestro periodismo de visera, a buscar a un músico que sabe tanto de instrumentos, canto y composición como de resistencia, compañerismo y barro: “Si mi sonido falla, tenemos un problema. Es un colectivo el que tiene que empujar el carro”. El que habla es Pablo Lescano, quien hace sonar su mejor arma, sólo para entendidos: “Mis teclados tienen pintadas metralletas porque disparan melodías a todos los oídos”. El perrito malvado siempre canta desde nuestra esquina, sin agrandarse ni olvidar: “Después de componer 100% Industria Argentina, estuve dos años prohibido y sin poder tocar”. Pero mirá cómo son las cosas, más de 20 años después: “Sobre el escenario te retroalimentás porque la gente te transmite energía y vos se la devolvés”.
En los barrios se nos viene haciendo todo muy cuesta arriba, por eso apostamos a la salida colectiva y en Zavaleta levantamos un polideportivo, para que todo deje de pintar re mal y haya un espacio que nos reconforte: “Va a ser un lugar ideal para que los pibes desarrollen lo que les haga bien a través de la música o del deporte”. Pablito lo sabe porque es nuestro, de abajo, del pueblo; desde la cuna hasta el ataúd: “A todo ritmo, por un país que crezca con laburo y con salud”. Todos los cumbieros con las manos en el aire para sentir su teclado, ¡el que hace bailar al Luna Park y no deja a nadie sentado! Ahora sí, despejen todo, que ya se oye nuestro mejor arrebato: “¡ATR perro cumbia cajeteala piola gato!”
