El 18 de septiembre de 2018, Delia Polijo salió de su casa en La Guarida, un paraje en Traslasierra, cercano a La Paz, Córdoba. Fue a la escuela como todos los días, y por los festejos del día del estudiante salió más temprano. Caminó de regreso a su casa por la ruta provincial 205, pero nunca regresó y fue vista por última vez a 500 metros de su hogar.
Hija de Mario y Modesta, inmigrantes bolivianos que trabajan de jornaleros en un horno de ladrillos, y hermana de Cristian, Nelson, María Elena, Romina y Elvis, Delia tenía 14 años cuando desapareció. “A mi hija le gustaba hacer deporte, cantar, cocinar, y jugar con sus hermanos. Era alegre, le gustaba estudiar: no quería faltar ningún día a la escuela”, la recuerda con dolor Modesta, su mamá.
La Justicia se preocupó más por culpar a la familia que por encontrar a los responsables de la desaparición. «En vez de buscar a Delia, nos investigaban a nosotros, pensando que teníamos algo que ver. Es muy grave que haya pasado eso», denuncia Mario, su papá. Si bien se hicieron algunos intentos esporádicos de búsqueda a través de la fiscal Lucrecia Zambrana, que lleva adelante el caso, la causa no tuvo novedades. “No han investigado como deberían. Nosotros queríamos buscarla, pero no nos dejaron porque no teníamos permiso”, nos cuenta Modesta.
Las miradas de Mario y Modesta transmiten lucha y esperanza. Hoy, a tres años de la desaparición de Delia, salimos a las calles de La Paz, exigiendo que la Justicia deje de mirar para otro lado y que los medios de comunicación se hagan eco de este caso que no tuvo difusión por ser de un pueblo marginado. Por ella, por todas, nos unimos para gritar: Delia, ¡te vamos a encontrar!
