Lo advertimos de muchísimas maneras, lo gritamos a través de todos los medios posibles: en nuestros barrios, temporada de invierno siempre significa temporada de incendios. En la madrugada de ayer se incendió el centro comunitario de la asamblea poderosa del barrio Madres a la Lucha, en Río Gallegos.
Acá sostenemos con mucho esfuerzo absolutamente todas nuestras actividades, incluyendo los talleres de apoyo escolar, el nodo de conectividad, la posta de salud y la olla donde comen más de 400 personas todas las semanas. La angustia es enorme y se filtra por los hilitos de voz de Ramona Tolaba, trabajadora del merendero “Sonrisas Poderosas”: «Todavía no caemos, es terrible lo que pasó. Estábamos en obra, ampliando el lugar, y despertarnos con esa noticia fue muy doloroso. Aún no puedo creer que nuestro merendero ya no tenga un techo».
Las temperaturas alcanzan los -17° y nos demandan el uso de salamandra a leña, lo que provocó un sobrecalentamiento en las paredes hechas con placas de madera prensada. Verónica Ruiz, compañera de Ramona en el merendero, recuerda las llamas y no puede apagar la tristeza: «Llegué al Salón a las tres de la mañana y el fuego que había era impresionante. Los bomberos vinieron, pero se quedaron sin agua; no se pudo salvar nada de todo lo que teníamos. Nuestro espacio fue producto de una lucha incansable, y hoy ya no está».
Como todos los años, habíamos denunciado el permanente riesgo de incendios cuando llega el frío. En el invierno pasado, el fuego provocado por una sobrecarga eléctrica arrasó con el espacio comunitario “Manitos Verdes” y este año un vecino perdió su casa cuando se incendió por la misma causa. Lo gritamos y no se escuchó, por eso la impotencia de Verónica es tan grande: «Nos cansamos de reclamar los servicios básicos de agua, gas y luz, pero no hubo respuestas. Denunciamos los incendios y nos ignoraron. Todo este daño se podría haber prevenido; nuestro barrio tiene ya 14 años, y hay muchas casas que se han quemado».
¿Ahora se ve?
#NoMiremosParaOtroLado
