A los 24 años, Mara Gómez ya es leyenda por gambetear la discriminación. Corriendo contra el viento peleó cada pelota, y a los 18 años luchó para que la aceptaran en la liga femenina de fútbol. Como buena delantera no dejó de buscar el gol y, cinco años después, metió uno inolvidable al volverse la primera mujer trans del fútbol profesional de Argentina.

“Comencé a jugar como terapia”, nos contó, y agregó, con su instinto goleador: “Sé que soy resultado de años de lucha del colectivo LGBTIQ+, por eso ahora la idea es que nadie tenga que sufrir lo que pasé yo, para que la sociedad sea un poco mejor”. Hoy, Mara vive su segunda experiencia profesional, en Estudiantes de La Plata. A pesar de la estigmatización, el coraje y el amor por el deporte la llevaron a buen destino: “Siempre les digo a todas que no dejen de creer, porque los sueños se cumplen más allá de lo que cueste el camino”.

Abanderada del orgullo villero, Mara visitó el polideportivo de Zavaleta para dejar un mensaje: “Esto da lugar a la contención y el aprendizaje. Es una herramienta muy útil, el deporte es mucho más que la competencia: también es la inclusión”. Levantando bien alto sus convicciones, Mara afirmó que “hay que desbinarizar los deportes y también las instituciones”. Y con su coraje de mariposa, destacó: “Tenemos que dejar de creer que según la genitalidad con la que nacemos podemos o no hacer determinadas cosas”.

En un país que registra, entre enero y agosto, 199 asesinatos por cuestiones de género (según datos del observatorio Mumalá), que incluyen femicidios, travesticidios y transfemicidios, Mara les habló directamente a las y los pibes gays, lesbianas, bisexuales y trans de nuestros barrios: “Nunca dejen de soñar, de creer ni de desear. Yo pensaba que ser jugadora profesional de fútbol era como creer en los unicornios. Que era una fantasía, algo que no existía. Y miren, ¡acá estoy! Ahora creo en los unicornios. No hay que rendirse. Saquen, con ganas y fuerza, ese unicornio que tienen adentro”.