Por Amalia Ojeda, mamá de Milagros Avellaneda y abuela de Benicio Coronel, ambos desaparecidos desde el 28 de octubre del 2016.
Mi familia y yo estamos destrozados. No es justo que, aún cuando ya se juzgó y se encontró culpable a Roberto Carlos Rejas, mi hija, Milagros, y mi nieto, Benicio, no tengan justicia ni hayan aparecido. Es una vergüenza que, después de cinco años de lucha, y con la pena perpetua, se lo haya dejado escapar. La familia Rejas está completa: la mía no. Ellos tienen un hijo prófugo, lo que termina de comprobar que no es inocente, aunque ni él ni los imputados hayan reconocido que son los responsables.
Cinco días después de que lo sentenciaran a cadena perpetua, Rejas se escapó. Cinco días le duró la condena. Me enteré que se había escapado de la Dirección General de Bomberos, porque me avisó una compañera de Familiares de Víctimas de la Impunidad: ninguna autoridad fue capaz de llamarme. Me agarró un ataque de nervios, y nos fuimos marchando a las 2 de la madrugada hasta Bomberos con mis vecinos. El mismo día que se escapó, fui amenazada a una cuadra de mi casa por dos personas con casco en una moto: “Mirá, vieja chota, te dejas de joder o te hacemos boleta”, me dijeron. Realicé la denuncia en la comisaría 11°, y ahora tenemos custodia las 24hs del día.
El Estado y la justicia tucumana tienen la responsabilidad de encontrar a Rejas, y ponerlo directamente en el Penal de Villa Urquiza, no en un destacamento. Él y su padre tienen privilegios porque son policías, pero matar a una hija no es cualquier cosa. Y eso mismo les dije a Osvaldo Jaldo, gobernador de la provincia, y a Claudio Maley, ministro de Seguridad, para que se investigue a la familia porque hay un pacto de silencio entre ellos. Los mismos representantes del Gobierno Provincial piensan que hubo complicidad.
Seguimos buscando a Milagros y Benicio, queremos saber dónde están. Por eso, hoy vamos a traducir la angustia en movilización, frente a Tribunales Penales, para pedir la captura inmediata de Rejas. Allí estaré junto a la gente que me brinda fuerzas. La estamos remando junto a mi familia, somos trabajadores ambulantes y hoy puedo seguir adelante gracias al apoyo de mis afectos, de mi abogada y su familia, y de toda la gente que se movilizó en las calles, como las organizaciones que me acompañaron y de los familiares de víctimas. No me alcanzan las palabras para agradecerles.
