Hace dos años te despedimos, Zloto, aunque no te fuiste. Humilde, generoso, compañero, discreto, todavía te vemos llegar al barrio en silencio, para escucharnos. Nunca vendiste humo ni buzones, te incomodaban los halagos y los elogios, pero qué necesarias eran esas visitas, cuando caías lleno de libros y empatía, para irte embarrado y conmovido.
Hace dos años pediste que nadie llevara flores a tu funeral, sino alimentos para nuestros comedores y merenderos. Hoy seguís siendo parte de esta construcción, hoy te extrañamos en nuestros pasillos, hoy gritamos con vos, hoy recordamos tu compromiso desde estos mismos comedores.
Hoy, Zloto,
dejanos llenarte de flores.