Padeciendo la violencia policial, enfrentando el hacinamiento y combatiendo la malnutrición, con pocas posibilidades de tener un trabajo digno; así crecen las pibas y pibes en nuestros barrios. Sin embargo, no se resignan y le buscan la vuelta para enfrentar la precariedad en la que vivimos.
¿Cómo hacemos para alcanzar una estabilidad psíquica y emocional en este contexto? Nos organizamos. Hace poco inauguramos, en Zavaleta, el Polideportivo Diego Armando Maradona, lugar que nuestra pibada ya habita cotidianamente para encontrarse, entrenar y aprender. “Cuando me levanto, lo primero que hago es ir al Poli. Me encanta hacer deporte para olvidarme de los problemas cotidianos”, cuenta Dylan Ruiz, de 15 años. No sólo es un lugar para divertirse; este espacio es de gran ayuda para el cuidado de la salud mental de las y los adolescentes, como lo relata Azul Gil, de 16 años: “En el poli juego al hockey. Siento que puedo descargar energía y sacarme todo el estrés. Aprendo a controlarme, a conocer mi cuerpo y a relajarme física y mentalmente”.
Las pibas saben. Azul remarca el sentido de pertenencia que siente al ser parte de una trinchera como ésta: “El deporte es una buena manera de socializar. A mí me gusta más jugar en grupo; siento que no tiene sentido jugar sola, sin alguien más”. Vemos que el acceso al deporte es desigual, y es por eso que los clubes barriales son clave para despejar la cabeza y ejercitar el cuerpo. “Hay muchos chicos que no tienen la posibilidad de pagar cuotas para ir a un club. Lo importante de nuestro polideportivo es que es público, accesible, abierto para todos. Eso, para nosotros, es muchísimo”, reflexiona Azul.
Los pibes sienten. La alegría, el calor del juego, el espíritu que contagia el compañero, los movilizan diariamente. En el polideportivo sucede eso y mucho más, por eso Dylan piensa en el futuro del club: “Me gustaría que hubiera más espacios como éste, para que los chicos puedan crecer teniendo lo que no pudieron tener mis abuelos o mi madre: un lugar para distraerse. Yo creo que podemos ser mucho más de lo que soñamos, y mi sueño es transmitirles eso a otros pibes, formándome como entrenador de fútbol popular”.
Escuchar a la juventud es esencial: para afianzar la salud mental, el acceso al deporte es un derecho fundamental.