10 noviembre, 2021
, Gatillo Fácil

«DIEZ AÑOS EXTRAÑANDO AL NEGRITO»

* Por Marcelo López, amigo de Ismael Lucena, asesinado por la Policía de Tucumán hace 10 años.
El 9 de noviembre del 2011, a eso de las 23:30, volvíamos con Ismael a nuestras casas cuando vimos que dos personas nos seguían. Nos asustamos y empezamos a correr. Llegamos hasta un kiosco para pedir ayuda, pero nos alcanzaron y nos empezaron a golpear mientras nos decían “chorritos”. Recién en ese momento nos dimos cuenta: eran policías de civil. Ismael me cubría y les gritaba que no me pegaran, porque tengo una placa de platino en la cabeza que me colocaron luego de sufrir un accidente; entonces, le dieron un culatazo a él. Después de la golpiza, nos llevaron en un móvil a la Comisaría de Las Talitas, y luego de obligarnos a declarar que habíamos sido víctimas de un asalto para no quedar detenidos, nos dejaron a unas cuadras del Dispensario de El Colmenar. Ismael tenía una herida grave en la cabeza, fuimos al centro de salud y de allí lo trasladaron al Hospital Padilla, donde falleció en la madrugada del 10.
Una década después se sigue notando su ausencia. Él siempre estaba alegre, no tenía mal humor. Casi todos los días voy a la casa de su hermano, donde él vivía. Conozco mucho a su familia, y siempre nos llevamos muy bien. A Ismael lo hacía feliz salir con amigas y amigos, comer sánguches de milanesa o facturas, sentarse en un bar a tomar una gaseosa… Cosas simples. De esa manera nos criaron.
Han sido largos años de ir a Tribunales todos los días con Isabel, su cuñada. La investigación no avanzaba: el juicio se frenaba porque se bajaba un juez o un vocal, y era muy difícil. Hasta que finalmente se hizo justicia y se dictó la cadena perpetua para Mondino Becero, el policía que lo mató. La condena se logró gracias a la lucha de la familia, que fue impresionante. Hay muchos casos como el de Ismael, en Tucumán y en todo el país, y en muchos no se ha hecho justicia. Incluso de algunos casos ni se sabe. La Policía está brava, cada vez peor. Eso no cambió y no creo que cambie, porque hay mucha corrupción que viene de arriba. Muchos creen que por temer un arma pueden hacer lo que quieren, y no es así. Es muy complicado.
Hoy, a diez años de esa noche de terror, le sigo agradeciendo al Negrito por ser mi amigo. Me gustaría decirle otra vez que lo quiero, y que hay cosas que no me voy a olvidar nunca. Siempre lo voy a tener presente.

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