Sube la temperatura y sigue sin llegar el agua. En el barrio La Quinta, Rosario, las y los vecinos nos levantamos a las cinco de la mañana para poder cargar baldes y tachos con agua que podamos usar durante el resto del día, ya que es el único momento en que hay presión.
Todo se vuelve insostenible: la escuela y el centro de salud cierran por falta de agua; como si fuera poco, en nuestro comedor y merendero tenemos que cocinar con lo mínimo que llegamos a juntar por la madrugada. Muchas veces no nos queda otra que reutilizar el agua de la ropa sucia para limpiar nuestros baños.
La única respuesta de la Municipalidad de Rosario fue poner un camión cisterna de agua, pero no pasa por todas las calles. Por ejemplo, se frena a 8 cuadras de nuestro comedor y, desde ahí, vecinas como Cintia tienen que acarrear el agua: “En los días que hizo mucho calor, íbamos y veníamos al rayo del sol con baldes para cargarlos en el camión cisterna, porque en nuestras casas no tenemos ni una gota». También hay quienes no llegan a cargar porque el camión debe irse, así que, después de haber hecho filas por más de una hora, tienen que esperar hasta el siguiente sábado, ¡porque sólo pasa una vez por semana!
Vanesa, trabajadora del comedor, está harta de convivir con esta situación: “A los funcionarios municipales, provinciales y de Aguas Santafesinas, hace años los vemos desfilando por la televisión diciendo que va a haber soluciones, pero acá, al barrio, el agua no llega. Esto viene desde hace, al menos, nueve años, que es cuando yo llegué. Se termina volviendo una rutina levantarse a la madrugada para cargar agua aprovechando cuando sale un poco”.
En estas condiciones es inhumano vivir; mientras entre Municipio y Provincia se patean la pelota, nosotros necesitamos respuestas urgentes, porque hablamos de Derechos Humanos: ¡que el Estado deje de lavarse las manos!