A esta altura del año es inevitable que no nos corra una sensación extraña por el cuerpo. A causa de la impunidad policial, muchos pibes no van a estar presentes en las mesas familiares. Luciano Olivera, de 16 años, no podrá levantar su copa para brindar con la gente que lo quiere en Miramar, porque fue fusilado por la Policía Bonaerense el 10 de diciembre. Facundo Curras, de 17 años, no tendrá la posibilidad de salir a divertirse un rato con sus amigos en Navidad, porque el pasado 15 de noviembre la misma Policía lo chocó en José C. Paz y le quitó la vida.
Según el informe anual de la CORREPI, desde enero hasta noviembre de este año las Fuerzas de Seguridad asesinaron a 417 personas: una cada 17 horas. En más de la mitad de los casos, los efectivos policiales estaban de civil.
Lucas González, Kevin Ezequiel Gómez y tantos otros pibes víctimas de gatillo fácil hoy no están, pero son el motivo de nuestra lucha que, lamentablemente, se renueva cada vez que una bala policial detona en nuestros barrios. En el mismo lugar, quedamos quienes aún no corrimos con la mala suerte de ser asesinados por el gatillo fácil, que es la cara visible de un modelo de exclusión, entre el odio y el horror.
De este lado, estamos transformando en lucha todo el dolor.