Otra vez arrebataron los sueños.
Otra vez violentaron la juventud.
Otra vez se cagan en el futuro.
Otra vez ganó el abuso de poder.
Otra vez la mano dura volvió a triunfar.
Otra vez esas bestias uniformadas dispararon.
Otra vez hay que gritar un caso de gatillo fácil.
Otra vez violentan los que «están para cuidarnos».
Otra vez hay que llorar a un pibe.
Otra vez. Una vez más. ¿Cuánto más?
Luciano Olivera tenía 16 años, vivía en Miramar, le gustaba jugar al fútbol. Volvía de jugar, cuando se cruzó con una bestia sin alma, que le disparó sin piedad, como a Lucas.
¡Justicia por Luciano!
Nunca más.