En Puerto Iguazú, a pocos kilómetros de las Cataratas y sus majestuosos saltos de agua, hay un barrio con el mismo nombre pero sin tanta suerte. Allí hace casi un mes que estamos sin agua, porque el pozo que nos abastecía se secó. Los camiones que manda el Municipio no son una solución, porque no alcanzan a cubrir las necesidades de más de cinco familias, y ni siquiera llegan todos los días, ya que el gobierno prefiere abastecer primero a los hoteles.
El Instituto Misionero de Agua y Saneamiento (IMAS) no nos está dando respuestas, y desde el Municipio se desentienden del problema diciendo que no les corresponde a ellos resolverlo: ¿y a quién si no? Mientras tanto, hacemos malabares para seguir dándole de comer a los 200 chicos que asisten al merendero “El grito de la gurisada”. Helena Gunther, trabajadora del espacio, nos relata lo angustiante de la situación: “Hace un mes estamos sin agua, y lo único que nos dicen es que tenemos que esperar. Tenemos que estar comprando agua, ya que de la Municipalidad de Puerto Iguazú no hemos recibido respuestas reales”.
A 14 kilómetros de una maravilla natural, con 1,5 millones de litros por segundo en su caudal, 1200 familias sobrevivimos a la falta de agua y a la indiferencia habitual.