Suenan tambores, se ven pieles negras celebrando, sonriendo y condimentando todo tipo de alimentos. Es la cultura afroperuana haciéndose eco a través de una de sus máximas referencias: Susana Baca.
Plantada sobre las raíces que la sostienen, hija de una madre bailarina y cocinera, sabe que en el caldo de su memoria se encuentra el valor de su descendencia: “Mi madre hacía un refresco dentro de una botija de cerámica donde maceraba cáscara de plátano; recuerdo que eso hacía feliz a la gente. Era exigente, y decía: ‘No, en mi casa no se toma cerveza ni pisco. No quiero que la gente se emborrache’”.
En sus melodías no solo se combinan instrumentos de percusión con las “palabras urgentes” de la Latinoamérica esclava; hoy su sentir también vibra al compás de la coyuntura regional que tuvo en vilo a su país durante la crisis que obligó al ex presidente Pedro Pablo Kuczynski a renunciar en 2018 y los posteriores años que tuvieron tres mandatarios hasta conseguir reactivar la democracia: «Nuestros pueblos tienen heridas profundas por querer construir la patria que soñamos, para entregársela a los niños que vienen”, expresó.
Susana es investigadora de la cultura afro y educadora: “En el Perú tenemos déficits serios en la formación de la democracia: todavía tiene que curarse del racismo. La comunidad es importante para luchar contra el individualismo. Puedes contribuir a reeducar a la gente en tu barrio, primero ganándote su respeto y luego enseñando.”
En 2007 fue nombrada “Embajadora a favor de la niñez peruana” y siempre le pone el cuerpo a la defensa de los derechos humanos. Por eso, al instante comprendió la lucha de La Poderosa en el barrio Cerro El Pino de Lima, una asamblea que se sostiene con el comedor “Micaela Bastidas”: “La pandemia agudizó la necesidad de hacer ollas comunes, un movimiento que empezó en los años ‘50 con las mujeres como líderes de los comedores populares que ayudaban a quienes llegaban de los cerros”.
Sin despedirnos, nos dejó una frase que podría pertenecer al canto negro que pregonó toda su vida: “El arte es el alimento del alma. Así como el cuerpo necesita del guiso de trigo, nuestro espíritu necesita la música”.