4 marzo, 2022
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EL DÍA QUE CONOCÍ EL FEMINISMO

«A los 15 años fui secuestrada y me utilizaron para la trata de personas. Fueron ocho meses en los que viví el terror; me llevaban de un lugar a otro y estaba obligada a hacer cosas que no quería. Jamás lo hablé con nadie hasta hace tres años, el día en que vine a una ronda de mujeres de la asamblea. En esa jornada se trabajaba el tema de la niñez y debíamos traer un objeto representativo de nuestras infancias. Fue impactante: al remover los recuerdos, empecé a hablar. Me di cuenta de que no era mi culpa todo lo que me pasó. Cuando escuché las historias de mis vecinas aprendí a asumirme como feminista, a valorarme como mujer, a no quedarme callada nunca más. Hablando me saqué una mochila de encima, una carga muy pesada. Y eso es lo que, hasta el día de hoy, me hace sentir libre».
Lorena Ingüis, barrio Chalet, Santa Fe

“En el año 2014 asesinaron a Paola Acosta: su femicida la tiró a una alcantarilla junto a su hijita de un año y nueve meses, que sobrevivió después de pasar más de tres días aferrada al cuerpo sin vida de su mamá. Ese fue un punto de quiebre para mí. Tengo una sola hija, y siempre quise que ella tenga lo que yo no tuve. Me di cuenta que había sido feminista toda mi vida porque he hecho un montón de cosas por instinto y no sabía que eso era feminismo. Fui educada con la cultura de que nosotras tenemos que hacernos cargo de todo, porque el varón labura y cuando llega le tenés que servir, y durante mucho tiempo me costó entender que un hombre podía cocinar o poner el lavarropas. Deshacerme de eso fue un alivio, porque tengo nietos y no quisiera transmitirles prejuicios. El feminismo me liberó: me pongo lo que me gusta, me tiño el pelo del color que me gusta, hago lo que me gusta”.
Beatriz Silvera, barrio Yapeyú, Córdoba

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