26 marzo, 2022
, Crónica que ve

LOS LIBROS DE NADIE

Apenas entrás al barrio te encontrás con don Nadie, de 56 años, quien fue e hizo de todo a lo largo de su vida. Llegó desde Chosica, Perú, al Barrio Padre Carlos Múgica de Retiro y, sin querer queriendo, un día se propuso un objetivo: que los libros que los cartoneros le acercaban a su casa no terminaran de nuevo en la basura: “Los libros no eran de nadie y ahora tampoco son de nadie, pero están al acceso de todos”, cuenta Nadie con un inmenso orgullo. Su fascinación por la literatura, los textos sobre historia o ciencia y la escritura lo impulsaron a abrir la primera librería de la Villa 31 para que todas y todos podamos acceder a libros que a veces suelen parecer inalcanzables por los precios altos que manejan las editoriales.

Nadie Huamán Rojas es escritor, poeta, pintor y un vendedor de libros villero. Al igual que muchxs migrantes, llegó a este país en el año 1993 persiguiendo el sueño ‘menemista’ del 2×1 que terminó en una de las peores pesadillas colectivas que atravesamos. 

Vendió todo lo que tenía en su Chosica natal y se mandó para Buenos Aires por el bien de su familia y prometió no volver con menos de lo que se trajo encima. Con nostalgia pero entusiasmado hasta los huesos, sin derramar una lágrima se subió a un colectivo que lo trajo hasta la Terminal de Ómnibus de Retiro donde se cruzó por primera vez con el barrio que lo acoge desde hace más de diecisiete años. Miró con cierta extrañeza estas casas precarias con paredes desnudas, cobijadas en pasillos embarrados, bien pero bien pegadas una al lado de la otra y que lindaban a la lujosa terminal. Vio las estaciones de tren y la ciudad acelerada, se sintió no tan lejos de su querido Perú. En ese primer aterrizaje en tierras porteñas se fue a vivir a Glew, en la Provincia de Buenos Aires, pero las vueltas de la vida lo trajeron de vuelta para estos lados feriando, y acá se quedó porque le agradó “el calor humano, que esté todo cerca y que la euforia sea de todos”, sin pensar que varios años después sería el dueño de la primera y única librería en toda la villa. 

Nadie es poseedor de un nombre totalmente peculiar. No se trata de un error de tipeo, ni un juego de palabras, sino más bien es la identidad que le dio su padre y que traza un lazo con la literatura inmediatamente desde que él nació. Su nombre procede de La Odisea, el poema épico de Homero que relata las aventuras del mítico héroe griego Odiseo, en donde utilizando el nombre de Nadie logra burlar y vencer al cíclope que lo había capturado. Además, el hecho de que hoy en día su apellido Huamán, en quechua significa Halcón y en la época incaica representaba al Inca de Incas, esté en la portada de libros y distintas notas periodísticas es una suerte de venganza para lo que fue la colonización española que intentó borrarlos de la historia. Ahora él nos cuenta un poco más de trayecto y del inicio de sus pasiones: “Mi mamá me contaba cuentos oralmente porque no sabía leer. Recuerdo que mi primera lectura fue el cuento de “La hormiga y la cigarra». Después yo le traducía y le leía las cartas que le enviaba mi padre a mi madre. El libro te ayuda a imaginar, la lectura es una forma de vivir”

—¿Qué recuerdos tiene presentes de Perú?

—Cuando tenía veintitantos fui Secretario General del Frente Único de lo Trabajadores, era un muchacho pólvora. Trabajé también en una asociación que traía camiones de verduras y legumbres, así conocí el 70% del Perú. Hubo un problema allí y ahí asumí la defensa de los derechos de los trabajadores informales. Luego, en el ‘83 cuando era infante de marina en Ayacucho a uno de mis compañeros le dieron 7 balazos. A otro lo sacan de la marina, a otro lo matan por allá. Era un momento muy difícil. Mi sueño era ser militar. Mis abuelos eran militares. Pero cuando ocurrió esto mi vida cambió. Nunca más. Era mucho abuso, mucha opresión. A uno lo cambia todo eso. Eso es parte de lo que me sensibilizó y me hizo rever.

 

De infante marino a pintor, escritor y vendedor de libros

Nadie es autor de varios cuentos, poemas y dos novelas:  “El hijo del General”, que tiene mucho que ver con la historia de Perú; y la última que publicó el año pasado fue “La grandeza del inmigrante”, donde su protagonista, Porfirio, encarna y narra muchas de sus vivencias y experiencias personales al llegar a la Villa 31, situaciones cotidianas, cuyos personajes también están basados en vidas reales de vecinos y vecinas del barrio. 

“Ahora estoy por escribir un libro nuevo, aún lo estoy pensando”, nos adelanta y también confiesa que siempre escribe todo con papel y birome, y luego un amigo lo ayuda a digitalizar. 

—¿Cómo se le ocurrió abrir la librería en el barrio?

—Cuando empecé vendiendo cosas usadas, los cartoneros pasaban por acá y traían libros. Los juntaba para leer y para guardar porque me daba pena que se tiren. Hice una feria de libros y percibí que muchos no habían leído muchos libros. Creo que es una forma de contribuir algo. Me siento bien porque cuando yo estuve en la universidad buscaba “La rebelión de las masas” y no la encontraba, tenía que ir a una hora de mi casa a buscar, era carísimo. Pienso que hay personas que pasan por la misma necesidad. Por eso también los vendo más baratos, para que puedan comprar más. A muchos les llama la atención pero tienes que hacer lo que te gusta, ¿de qué te sirve tener algo que no te gusta? Si te gusta la historia, tenés que leer historia. ¿Te gustan los cuentos?, bueno lee eso. Es la forma de contagiar al resto y creo que con algunas personas lo logré. Y si hay más que hacer lo sigo haciendo por los jóvenes. 

Todos los días, Nadie se levanta a las 9 de la mañana para abrir la librería a las 11hs que mantiene abierta hasta las 20 o 21hs, para así después de cenar dedicarle un buen rato a otra de sus pasiones que le devolvió la pandemia: la pintura. 

“Llegué a organizar una Exposición del Libro y Escritores Latinoamericanos en el barrio, quería hacer una más, hay materiales, pero me queda corto el local”, nos cuenta y aprovechamos para ahondar en lo que proyecta a futuro: “Sí fuese un lugar más amplio me gustaría que sea tipo un café literario, donde haría presentaciones de libros y talleres de arte que incentiven. Acá viven más de 50 mil personas, con que vengan 50 es suficiente, esos 50 luego serán 100 y cada vez más” 

Si bien Nadie no tranza con ningún partido político, sí reconoce que su labor como escritor y vendedor de libros es algo tan profundamente político como vivir en otro país siendo migrante. Cada día que pasa contribuye a que la cultura literaria llegue a los pibes, las pibas y cada persona del barrio, eternamente postergado por todos los gobiernos que pasaron, él te recibe con la mejor predisposición; y como lo que mejor nos representa como cultura villera es la empatía, en la librería “Los libros de Nadie”, aunque no tengas plata, él te presta, o te fía para que nadie se quede sin satisfacer su deseo de leer. Una vez más un vecino de la villa es el ejemplo de cómo debería actuar el Estado.