El 14 de marzo de 2018, Marielle Franco fue asesinada junto a su chofer Anderson Gomes en Río de Janeiro. Tenía tan solo 38 años cuando fue baleada al salir de un acto en el centro de esa ciudad.
Marielle fue socióloga, madre, feminista, dirigente política, lesbiana y militante de los derechos humanos. Integraba el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), y defendía fuertemente los derechos de la comunidad LGBTIQ+. Se definía como negra e hija de la favela Complexo da Maré, ubicada en la periferia de Río.
Hoy, a cuatro años de su asesinato, la recordamos porque su lucha no fue en vano. Ella fue el grito contra la violencia institucional del Estado brasileño, que se replicó a lo largo y ancho de Latinoamérica. Defendía a las personas más oprimidas por la pobreza, el patriarcado y las Fuerzas de Seguridad; sus discursos y proyectos políticos estaban regidos por sus firmes convicciones. Marielle es un ejemplo de dignidad y sigue siendo nuestra bandera.
Por su asesinato hay dos ex policías detenidos: Ronnie Lessa, presunto autor de los 13 disparos, y Elcio de Queiroz, quien conducía el automóvil. La investigación estuvo plagada de irregularidades: no informaron a su familia el seguimiento a su caso, cambiaron constantemente el delegado judicial por parte del Estado, aún no hay condenas y los responsables políticos de su muerte aún no fueron identificados. Las personas que la queremos y nos identificamos con su lucha ¡exigimos justicia!