Sin cabida en la agenda de la gran prensa internacional, ninguneada en micrófonos, titulares y pantallas, la nueva Constitución chilena avanza dando batalla. En las últimas semanas se aprobaron una catarata de artículos que pintan una Carta Magna de avanzada, que servirá para enterrar la pesada herencia pinochetista y caminar hacia las transformaciones que el pueblo gritó con fuerza en el estallido social de 2019.
De aprobarse, la futura Constitución declarará a Chile como un “Estado Plurinacional”, reconociendo a los pueblos originarios y la diversidad cultural. Algunos artículos ya incorporados al documento establecen: crear un sistema de salud “universal y público”; consagrar el derecho a la vivienda y el derecho a la educación; poner fin a la estafa del sistema privado de pensiones (las AFP); avanzar en derechos sexuales y reproductivos: y, por primera vez, reconocer el derecho a la identidad de género. Además, se decidió incluir el derecho a la participación de las y los trabajadores en las decisiones de las empresas y regular el cuidado ambiental con la protección de las fuentes de agua, glaciares y humedales.
¿Cómo sigue la cosa? El 6 de mayo se entregará el borrador final y el día clave será el 4 de septiembre con el “plebiscito de salida”, cuando se vote si se aprueba o no la nueva Constitución.
Pero no está fácil. La derecha política, empresarial y sus medios súbditos activaron una feroz campaña de boicot que logró deslegitimar el proceso y poner en duda su aprobación final. Las noticias falsas están a la orden del día. Los poderosos se resisten a perder sus privilegios: el viejo orden tira sus últimos zarpazos antes de morir.
Se vienen unos meses intensos hasta darle la estocada final al legado de Pinochet. Y así terminar de concretar una gran conquista del pueblo luchando en las calles.