Sin los flashes que merece cualquier Selección, la lucha por la inclusión corrió detrás de una pelota, transpirando hasta la última gota. El equipo de Fútbol Sala, bajo ningún ala estatal, recién llegó del Mundial para personas con síndrome de down disputado en Lima, aunque no se haya visto cómo llegó a la cima para consagrarse subcampeón, ¿o acaso lo vieron por televisión? Estos jugadores de utopías, ¡consiguieron los pasajes faltando cinco días!
Y así fueron recibidos por sus familiares, que cayeron desde distintos lugares, para fundirse en abrazos después de festejar los golazos que fueron el remedio a la desigualdad, porque «acá no hay un mango de por medio, hacemos todo a voluntad».
Sin cámaras ni chamuyo, ante la falta de financiamiento y las merecidas ovaciones, acá está el orgullo y el agradecimiento a Los Halcones.