En Pedro Luro, provincia de Buenos Aires, falta un pibe. Quedó por ahí, entre los árboles de un pueblo tranquilo. Los raps de su memoria, la de un militante de 22 años que transformaba el mundo desde el espacio Semillero Cultural con su risa, su amistad e inquebrantable solidaridad. ¿Lo ven? No está.
Hace dos años a Facundo Astudillo Castro se lo fotografió con vida por última vez siendo arrestado por la Policía Bonaerense. Y el tiempo pasó, las horas, los días… Hasta que unos pescadores lo encontraron cuatro meses después, muerto. Nadie nos explicó nada. ¿La Justicia? Atorada, avanza a ritmo lento. Con el empuje de Cristina, su mamá, transpiramos indignación. Nos miramos en un abrazo y vemos en su gorrita un montón de chicos que pasaron por una misma situación. ¡Ya basta, loco! ¿Qué más podemos gritar? Si nos atragantamos de preguntas cada vez que un vecino se transforma en un mural. No queremos que maten a la verdad. Cuando sepamos quiénes lo mataron, Facundo tendrá su libertad.
