* Por Estefanía Pozzo, periodista especializada en economía y finanzas
Podemos decir que es casi una máxima: cuando aumentan el pan y la leche, en los barrios aumenta el hambre. Aumenta el hambre de todos, pero especialmente el de los pibes y pibas, porque una taza de leche, más que una merienda o un desayuno, muchas veces puede ser la cena. Entonces cuando miramos los datos del Indec sobre la suba de alimentos lo único que queda pensar es ¿cómo es que vivimos en un país en el que la leche aumenta 13,9% en un solo mes y es un «dato»? Ese número encierra mucho más que un precio: nos dice si hay menos chicos con algo en la panza.
Pero, además, pasa otra cosa: en los barrios, en los almacenes, las cosas están más caras. Un relevamiento barrial del Observatorio Villero de La Poderosa encontró que un sachet de La Serenísima costaba $180 pesos en Zavaleta, mientras que en San Telmo se podía conseguir a $139. O sea: donde menos hay, más difícil es comprar. Ser pobre es caro.
El asunto es que no solo sube el precio de la comida. Ahora que se viene el invierno y el frío se necesita más plata porque de alguna manera hay que calefaccionarse. La leña, por ejemplo, está cada vez más cara. 100 kilos, que no duran ni una semana, estaban alrededor de $3000 pesos en los barrios Puertas del Sur y Tierras Argentinas en Bahía Blanca, según detectó La Poderosa. O sea: una familia necesita juntar $12.000 pesos solo para no morirse de frío. En Santiago del Estero, por ejemplo, la leña aumentó 52% entre marzo y abril. Así no hay bolsillo que aguante. Lo mismo pasa con las garrafas. Alrededor del 30% de la población no tiene red de gas y tiene que usar garrafas para cocinar y calefaccionarse. El precio regulado de las garrafas es de $500 aproximadamente, pero a los barrios llega entre $800 y $1100 pesos.
Hablar de inflación es hablar de más angustia, menos comida, más esfuerzo para conseguir el mango, menos tranquilidad. Si en serio van a hacer una «guerra contra la inflación», el primer territorio a defender tienen que ser los barrios populares. Basta de hambre y miseria.