30 mayo, 2022
, Colombia

EL URIBISMO NO VA MÁS

Ayer se encendió una luz de esperanza. Es hora de que el nefasto capítulo del uribismo en la historia colombiana, que cumplió hace pocos días 20 años, llegue a su fin. Aún queda una dura instancia más que superar, para darnos la oportunidad de sembrar un futuro de justicia y de paz. El escenario que se presenta nos llama a redoblar los esfuerzos en la construcción de poder popular.

Veinte años de uribismo infectaron todo el aparato estatal de corrupción, parapolítica, paramilitarismo y narcotráfico. La violencia sistemática, el aumento de la pobreza, la disminución del empleo, la concentración de la propiedad de la tierra y la riqueza, configuraron un país profundamente desigual.

Cuando Álvaro Uribe terminó su segundo mandato, en 2010, la Unidad de Justicia y Paz tenía un registro de 32.348 desaparecidos y 403 masacres. En los doce años siguientes, con la sucesión de presidentes continuistas, se profundizó la violación a los Acuerdos de Paz y a los Derechos Humanos, dificultando cualquier proceso de organización popular. Una huella imborrable que sigue amenazando el porvenir, hoy representada por la misoginia y el anacronismo de Rodolfo Hernández.

El paro de abril del año pasado demostró la capacidad de organización de nuestro pueblo, expresada en la resistencia frente a la represión, las ollas comunes, los puntos de atención sanitaria e innumerables expresiones artísticas de enorme riqueza y diversidad. En los barrios populares, el saldo de aquellas históricas jornadas es la semilla para empezar a construir un país para todas y todos. Algo que requerirá de mucha unión y trabajo en las huertas comunitarias, en los espacios de deporte y recreación, en los emprendimientos cooperativos, en la fuerza de las mujeres y disidencias, en las intervenciones culturales, en el reencontrarnos en comunidad.

Ayer dimos un paso,
falta uno más,
¡hasta que la dignidad de América Latina se convierta en realidad!

Desde La Poderosa, y luchadora, Colombia.