En las calles de Bogotá se entremezclan múltiples olores de las comidas al paso: arepas, mangos, mazorca asada, pan de yuca, café… Pero lo que más se huele es la esperanza. Este domingo habrá elecciones en Colombia para elegir al próximo presidente, pero se juega mucho más que eso: por primera vez en la historia, podría llegar un gobierno que no sea de derecha.
En un país castigado por el hambre y la violencia, donde hace décadas reina eso que llaman “neoliberalismo de guerra”, ahora hay olor a cambio de época. Los movimientos sociales, indígenas, campesinos, los colectivos de las barriadas populares y sobre todo las pibas y los pibes (las y los pelaos, como se dice ahí) están bancando la parada para que gane el Pacto Histórico, una coalición de organizaciones progresistas y de izquierda que presenta a Gustavo Petro como candidato a presidente y a Francia Márquez como vice.
Francia tiene 40 años y desde los 15 que es parte de la organización Proceso de Comunidades Negras. Es una reconocida lideresa afrodescendiente, feminista y ambientalista que ganó premios internacionales por su lucha contra el racismo y el extractivismo, en defensa del territorio y los ríos. Por encabezar esas luchas, sufrió un atentado en 2019 y fue amenazada varias veces durante la campaña.
No está fácil: para ganar en primera vuelta tienen que sacar más del 50% de los votos. Y enfrente está la maquinaria narco-paramilitar, un régimen de violencia estatal y paraestatal que, sólo este año, ya produjo 44 masacres y asesinó a 79 líderes y lideresas sociales.
“Vamos de la resistencia al poder, en nombre de las y los nadies, vamos por el vivir sabroso”, agita Francia cuando cierra sus discursos. Y en ella parece encarnarse la esperanza de un pueblo que quiere terminar con tantos años de sangre y dolor.