El responsable de la Noche de Los Lápices, el Jefe de la Policía bonaerense durante la última dictadura, el encargado de los grupos de tareas que secuestraban y torturaban personas, el primer represor llevado a juicio oral y público en Argentina luego de la anulación de las leyes de impunidad, el que fue juzgado por delitos de Lesa Humanidad y recibió nueve condenas a cadena perpetua, y el que todavía no dijo dónde está Jorge Julio López: ese es Miguel Etchecolatz.
La Cámara Federal de Casación Penal integrada por los jueces Carlos Mahiques, Guillermo Yacobucci y Ángela Ledesma, le concedió prisión domiciliaria a él y lo mismo sucedió con el militar retirado Mario Ocampo y al exjefe de Contrainteligencia del Batallón 601, Luis Ángel Firpo.
Rubén López, hijo del desaparecido en democracia Jorge Julio López, nos manifestó su preocupación: “La verdad es que estamos con mucha bronca. Dicen que los jueces hablan por sus fallos. Bueno acá están diciendo claramente que están favoreciendo a los genocidas. Esta Cámara no es la primera vez que lo hace, y uno empieza a pensar que tienen cierto favoritismo con los genocidas”.
Rubén hace preguntas que solo los jueces deberían responder: “¿Por qué puede tener privilegios Etchecolatz con respecto a otros presos que están cumpliendo condena en cualquier otra unidad de servicio penitenciario federal? Etchecolatz es uno de los que decidía quién moría y quién vivía. Si a él le otorgan una domiciliaria con nueve cadenas perpetuas por genocida, el que tiene una o dos ni siquiera la tiene que pedir, tiene que salir”, cuestionó.
Para revertir esta decisión, Rubén cree que la única alternativa es que el pueblo se manifieste: “Lo mínimo que tenemos que hacer es estar todos en la calle. Aquellos que creen en una Argentina mejor y en una Justicia realmente justa tienen que estar acompañándonos. La única manera es movilizarnos, como se hizo en el 2×1 o como hacemos todos los 24 de marzo”, expresó.
No hay lugar a discusión: el único lugar seguro para un genocida es la prisión.