El viernes pasado apareció en Oberá, Misiones, el cuerpo de Josías Galeano, semienterrado y en estado de descomposición. Tenía 15 años y estaba desaparecido desde el 30 de abril: según la autopsia, su muerte se produjo entre 20 y 25 días atrás.
Ese mismo día detuvieron al único sospechoso, pero la familia cree que agarraron a un perejil. Josías le había contado a su madre varias veces que la Policía lo detenía en la calle y lo golpeaba; incluso, una vez había terminado en el hospital. Según la Comisión Provincial de Prevención de la Tortura (CPPT), por lo menos en una ocasión el chico había sido visto esposado en la Seccional 4º.
Josías había salido de su casa para cortarse el pelo y nunca volvió. Pocos días después, se difundió una foto en la que se lo veía con un ojo morado frente a un patrullero, con la misma campera roja que llevaba puesta en el momento de su desaparición; nunca se supo de qué fecha era, y luego desapareció del expediente. Según declaraciones de un testigo, el 29 de abril, un día antes de la desaparición, dos policías de civil recorrieron el barrio de Villa Blanquita preguntando por Josías en un Fiat Uno rojo. El propietario del auto sería el cabo Daniel M., que recién el 29 de mayo fue relevado junto al oficial Junior M. y al agente Rodrigo C. Los tres pertenecían a la Seccional Cuarta, el principal blanco de las denuncias de la madre de Josías. A pesar de todas estas irregularidades, jamás se apartó a la Policía provincial de la búsqueda ni se investigó el caso como desaparición forzada.
La única certeza es que murió un pibe de 15 años. Quedan demasiadas preguntas por responder, y formularlas no puede ser en vano:
¿Qué pasó con Josías Galeano?