Poesía de Tamara Noga, Ilustración de Nicolás Gómez, gargantas poderosas de nuestros barrios.
En un hormiguero empobrecido vivían muchas hormigas.
No tenían luz, agua, ni hospitales para tratar su salud.
La hormiga más vieja enfermó, pero el hospital le quedaba muy lejos y no tenía cómo trasladarse. Entonces apuró a la juventud.
Como la ambulancia no llegaba,
armaron un carrito de hojas y llegaron al hospital,
sorteando los pasillos estrechos.
La hormiga más vieja falleció: el viaje no resistió.
Pero la pobreza no los dejó llorar, como si no tuvieran tal derecho.
Las hormigas juntaron los hormigueros empobrecidos y ese día salió el sol. Organizadas, gritaron: ¡Empezó la revolución!