8 agosto, 2022
, Nuestra Tapa

EL PAYASO DEL PIBERÍO

Rueda la rueda, gira que gira, como una guirnalda. Jugamos a ser niñas y niños otra vez, espalda con espalda. Ahí, en una nota en amarillo, rojo, blanco y azul, él nos regaló la utopía de seguir imaginando: «El único compromiso que me queda es seguir soñando”, dice el payaso más revolucionario del mundo desde las tierras cordobesas.

En las luchas latinoamericanas, con gorritos en las cabezas, con las alitas arriba y las ideas en alto grita en nuestra tapa la carcajada hecha persona, la ternura y la humanidad más afectiva: «A nivel general, veo un deterioro en la cultura colectiva». Es que Piñón Fijo, con un traje que respetamos, se ganó las villas y todos nuestros corazones desde el primer momento: “Un sistema como el neoliberalismo, que pone mucho énfasis en la meritocracia, dice que el que gana, gana, y el que no, ¡lo lamento!». Bailamos flameando las banderas de las infancias, tocamos un saxo hecho de caños de propileno, despacito, de a pasitos adelante y nunca de reversa: «Ojalá cambien los vientos y los gobernantes demuestren lucidez, porque ningún gobierno puede hacer nada sin el pueblo, y viceversa». A sus 57 años, el salvador silbador, agarró la guitarra y puso al silenciamiento contra las cuerdas nuevamente: «El tema de la droga es doloroso porque genera mucha impotencia ver cómo se extiende notablemente». Sin ningún tapaboca, sin tapar el sol con las manos y sin titubear, respondió seriamente sobre el Covid-19 y su horror: «Tenía la esperanza de que la mala noticia de la pandemia nos mejorara, pero uno mirando el mundo, no sólo Argentina, ve que el ser humano salió peor». Con él buscamos una luna en la laguna, un mundo un poquitito más «sonreidor», una rayuela de la equidad y el tesoro que tanto nos merecemos: «Nosotros, los grandes, trataremos con lo que nos queda de vida mejorar este mundo chueco que tenemos”.

Este mes jugamos todas y todos a ser otra vez unos pequeñitos. Nos damos la increíble tarea de dejar el adultocentrismo de lado para prestarle atención a nuestro piberío. Nos llenamos los bolsillos con bolitas, agarramos una bocha, un par de muñecas, unas cuerdas para saltar, una patineta, unas cartulinas, lápices de colores, unas témperas, un juego de mesa y nos fuimos colectivamente a la plaza para hamacarnos y deslizarnos en algún tobogán. Fabián Alberto Gómez nos ayudó a pintarnos las caras en esta aventura: mucho color blanco, dos lágrimas negras y un corazón rojo alrededor de la boca. Así crecimos con él, desde alguna pantalla de televisión, y él admite que nosotras y nosotros también lo hicimos crecer a él. Oriundo de la localidad cordobesa de Deán Funes, además de un montón de canciones infantiles y espectáculos que son parte de nuestro patrimonio afectivo, Piñón nos regaló palabras contundentes que nos invitan a pensar. “Lo ideal es que la gente crezca en su lugar y no tenga que exiliarse hacia las grandes ciudades. Yo soy del interior y me hubiese gustado desarrollarme en mi propia ciudad. No todos tienen la misma suerte que yo, sino que terminan encontrando marginalidad en los trabajos”, dijo con su mirada federal. La entrevista, como leerán, se acentuó, con ternura, en las ideas contra la desigualdad. “Hola, ¿Piñón?”. “¡Sí!”, respondió y ya se nos llenaron los ojitos de alegría. Este juego de entrevistar iba a ser muy bueno, no sería la primera vez, y seguro que con sus respuestas volveríamos a ser niños y niñas de nuevo.

Si uno investiga el significado de “Piñón Fijo” va a encontrarse con un origen hermoso. Proviene de un tipo de bicicleta, una monomarcha sin cambios de velocidad, cuyos pedales están siempre en movimiento. Es simple, y su estructura hace que el ciclista nunca deje de pedalear: “Mientras la rueda trasera gire, la cadena y los pedales girarán siempre solidariamente”. No dista tanto de la definición de este payaso, el más famoso de Latinoamérica, que nos dio nuevamente un mano a mano, para sonreirle al agosto y a una nueva edición de La Garganta Poderosa: “Hoy estoy parado en la esquina, esperando el próximo colectivo, entusiasmado y chocho con todo lo que he hecho hasta ahora. El único compromiso que me queda es seguir soñando”.

?¿Qué es ser Piñón para vos?

?Una filosofía de vida, es mi manera de relacionarme con el mundo. Es como la caricatura del ser humano con el que están hablando. Es mi permiso de seguir siendo niño aún con 57 años. Me da placer, ganas y responsabilidad.

Su ingenio le permitió crear instrumentos con caños de agua, como el “saxo cloacal” que suele tocar, y también hacerlo muy, muy, muy conocido. Empezó como artista callejero en las plazas, las avenidas y en cumpleaños hilvanando felicidad. “He tenido una vida en la cual me levanto por las mañanas pensando a qué voy a jugar. Ojalá fuera contagioso y le pasara a todo el mundo, pero es algo muy particular”, explicó con una enorme sonrisa en la cara. Nos dejó pensando…

?¿Y si te preguntamos por la felicidad?

?No creo que exista la felicidad duradera. Sí creo que existe la utopía de perseguirla constantemente. Creo que la plenitud, la alegría y la felicidad muchas veces depende no solamente de uno, sino de que tu entorno también esté contento. No hay alegría en un contexto angustiante, por eso este oficio de payaso sirve muchas veces para eso. Para estar en un lugar e irradiar sonrisas, ahí se vuelve todo más virtuoso.

“RUEDA LA RUEDA”

Piñón salió varias veces a bancar nuestro grito villero. Lo hemos visto en barrios cantando alguna canción, en nuestro calendario anual colaborando con el cooperativismo y en nuestro ciclo “La Mirada Poderosa”, en 2019, cuando Marcelo Zlotogwiazda nos prestaba su programa de C5N para llevar nuestra realidad al prime time: “El sistema en el que vivimos, al vulnerar muchos derechos de los papás y de las mamás, termina atacando a los niños de forma directa o indirecta. Una familia que tiene que rebuscarse 20 horas por día para conseguir un plato de comida, lamentablemente no tiene la misma posibilidad que otras”, resumió en aquella ocasión. Y nos sorprendió con su lectura política: “Un sistema como el neoliberalismo, que pone mucho énfasis en la meritocracia, dice que el que gana, gana, y el que no, ¡lo lamento! Es vivir en una sociedad donde la verdad la tienen solamente las empresas y no hay un Estado que arbitre para que sea todo menos desigual”.

?Creaste a Piñón en 1989. ¿Cómo fue esa época para vos y para las infancias que veías crecer?

?A mí las crisis políticas y económicas me han atravesado y signado muchas veces. Los ‘90 fueron duros porque no teníamos poder adquisitivo estable y en 2001 me tocó desembarcar en Buenos Aires en plena crisis. Eso dejó aprendizajes de esos que si no te matan te engordan. Tuve suerte porque aproveché ciertos vientos y ciertas risas a favor, pero fue una salida individual, que es a lo que te empuja este sistema. El caldo de cultivo, en esos tiempos, era el “sálvese quien pueda”.

?¿Y aprendimos algo?

?Ahí tengo la mirada negativa. El sistema fue perfeccionándose en su pragmatismo con el aprovechamiento de los adelantos tecnológicos. Y si bien hay un sector de la población que tiene mucha consciencia, a nivel general veo un deterioro en la cultura colectiva. Yo tenía la esperanza de que la mala noticia de la pandemia nos mejorara, pero ahora mirando el mundo, no sólo Argentina, uno ve que el ser humano salió peor… Es lamentable y doloroso.

Hoy la pobreza alcanza a casi el 40% de la Argentina, y ni siquiera el 5% de la población de nuestras villas posee un trabajo formal con los derechos garantizados. Esto, claro, afecta directamente a nuestras infancias. Quienes caminamos día a día por nuestros pasillos, vemos cómo se extienden las filas de los comedores populares y el hambre que avanza sobre los más pequeñitos. Nuestras compañeras de los merenderos y comedores cocinan más de 40 mil platos de comida diarios en los espacios de La Poderosa en todo el país. No alcanza. Este sistema es muy pragmático a la hora de elegir a los ‘más aptos’. Me parece que la salida es entre la gente, la solidaridad, el codo a codo hasta que cambie. Ojalá cambien los vientos y los gobernantes muestren lucidez porque ningún gobierno puede hacer nada sin el pueblo, y viceversa”, reflexionó nuestro entrevistado. Le contamos sobre la falta de reconocimiento de las trabajadoras comunitarias, de la lucha por el Salario Básico Universal y de las asambleas comunitarias que son oxígeno en medio de tanta indiferencia: “Sueño con un país que tome el piso mínimo de ingreso para los más necesitados como un punto de partida hacia un estadío mejor, y no como un objetivo final”.

?¿Qué sensación te deja que la pobreza nunca deje de aumentar?

?Yo distingo entre dos tipos de pobreza, que no es ni mejor ni peor, pero es otra sensación. En las grandes ciudades la pobreza convive con la opulencia y está ahí, al alcance, como una zanahoria. Muchos chicos crecen con el anhelo de pertenecer y después el sistema los expulsa. Esto le da otro color a la pobreza urbana respecto de la rural. No digo que una sea preferible a otra, porque estaría buenísimo que no existiera ninguna. También veo con color distinto a los fenómenos que surgen en función de la pobreza, como las movidas solidarias y las construcciones colectivas, que son la única salida de este sistema que todo lo ignora.

“POR LOS CHICOS VIVO”

Mi manera de mirar hacia adelante es agradecer y reapostar a esto, porque jugar genera un bienestar en el otro: niños, abuelos, jóvenes toman contacto con sus infancias. Me pasa mucho que recorro el país y me encuentro con papás cargados de nostalgia y melancolía por momentos que añoran: algún amiguito de la infancia, el patio de su casa, la merienda servida por la mamá… eso me parece una función linda. Sueño con que la vida me encuentre mejorando todo eso, que sea un círculo virtuoso”.

?Un detalle no menor en este reportaje: ¿cómo está la persona detrás del traje?

?Bien. Confluyen en mí la experiencia de treinta y dos años en el oficio con un entusiasmo que he alimentado. Cuando uno se da cuenta que tiene algo de experiencia a favor, el entusiasmo se mueve de una manera más libre. Tengo mucha gratitud con la vida que me ha tocado hasta ahora. Uno no podría hablar de la felicidad como un hecho permanente, sino como un estado de gratitud y bienestar que, como todo ser humano, tiene altibajos también.

Su grito es por una revolución “a la inversa”, como él mismo nos lo describió. Piñón Fijo está convencido de que muchos de los problemas nacen por la acumulación de personas en las grandes ciudades y sus periferias. Bajo esta lógica, también sería mucho lo que puede solucionarse descentralizando a la gente para que cultive su tierra y tenga un mayor acceso a la vivienda: Con el hacinamiento alrededor de las ciudades es menor la posibilidad de una vida digna. Es muy utópico lo mío, hasta fantasioso, pero lo único que queda es el sueño”. La conversación, tan potente como enternecedora, nos dejaba imaginar muchas alternativas truncadas por la falta de políticas públicas estructurales. Coincidimos.

Alguna vez comentó que quería ser periodista. Para rascar un poco más sobre aquel deseo, le preguntamos su opinión en torno a la prensa servil que hoy destila fake news y tantas otras ridiculeces. Es difícil encontrar un medio totalmente independiente, con una información objetiva”, respondió. Y conocimos su costado lector: “Tengo el ejercicio de abrir a la mañana diarios de todos los colores para tratar de tener un sentido crítico propio, pero no llegan las noticias puras. Uno tiene que hacer el trabajo que no hace el periodismo. Es decir, te pone en una situación muy analítica porque el proceso se da al revés: viene la noticia subjetiva y el lector se tiene que encargar de darle objetividad, eso es muy complicado”.

?¿Qué te preocupa de los medios de comunicación?

?Me preocupa el mundo, que está muy manipulado. El sistema y el poder mundial mejoraron mucho sus herramientas para masificarse y para hacernos pelear entre nosotros. Así florece el individualismo y la única esperanza es sembrar algún mensaje o acción que se sume en el océano gigantesco que son las redes. El sistema de comunicación muchas veces es muy perverso; ahí se instalan pensamientos de manera arbitraria y a veces ni chequeamos lo que salimos a repetir como loros. Me genera un poco de angustia y ansiedad.

?Una problemática de la que no se habla es el narcotráfico, que provoca que haya niñas y niños consumiendo drogas en los barrios más empobrecidos…

?El tema de la droga es doloroso porque genera mucha impotencia ver cómo se extiende notablemente. La única manera para contrarrestar esto es tener las mínimas necesidades básicas resueltas: techo, un trabajo digno, un futuro. Ya sabemos lo que pasa con las ollas a presión, el sistema termina reprimiendo al más pobre que consume y no el narcotráfico.

?¿Y qué pensás del narcotráfico?

?Está inserto en las instituciones que nos tienen que defender. El narco es como una metástasis en el sistema y es el tema que menos se toca; me parece que la cultura, la educación y el empoderamiento de la gente con trabajo digno podrían ser una buena vacuna para empezar a desandar caminos perdidos en manos del narcotráfico.

Con esta tapa, con este grito, jugamos todas y todos. Mientras tanto, en todos nuestros barrios, armábamos miles de bolsitas de golosinas, juegos y shows para el Día de la Niñez que se aproxima. Entre las guirnaldas, globos y todos los colores, nuestra forma de festejar siempre estuvo atravesada por una enseñanza colectiva. ¿Y antes de terminar? Un mensaje del payaso más revolucionario que conocemos: Defiendan las sonrisas cotidianas, algo muchas veces tan difícil; traten de no perder los sueños, porque cuando se descuidan, la vida va a tratar de cumplirlos. Con lo que nos queda de vida, nosotros, los grandes, trataremos de mejorar este mundo chueco que tenemos”.