Hace 50 años, en la patagonia argentina, hubo ráfagas de tiros contra 19 compañeras y compañeros detenidos. A las 03:30 de la madrugada, los despertaron en sus celdas, los formaron en fila y los fusilaron.
El entonces gobierno militar del dictador Alejandro Agustín Lanusse descargaba así su venganza por el escape de la cárcel de máxima seguridad de Rawson donde habían mandado a una gran cantidad de presos políticos. Tantos fueron los disparos que dieron por hecho que los 19 estaban muertos. Pero no, Alberto Miguel Camps, María Antonia Berger y Ricardo René Haidar sobrevivieron.
Guillermo Pregliasco es forense y lo convocaron, 35 años después del hecho, para trabajar en la investigación. Sobre los descubrimientos, cuenta que “fueron tres elementos que tuvieron injerencia en los juicios de Argentina y de EE.UU».
«El primero tiene que ver con haber podido hacer un plano del lugar. El segundo fue que todo el hecho ocurre en un pasillo y lo único que estaba en pie eran las paredes del fondo. Las analizamos esperando encontrar impactos. Encontramos una línea irregular, de 1,60 de altura, debajo de la cual la pared había sido picada hasta el ladrillo y tenía un revoque nuevo. Es decir, hubo un esfuerzo por no dejar ninguna huella. No había un solo impacto de por encima de esa línea. El tercero fue que hubo dos disparos más, uno en un vidrio que no está y otro en la puerta. Rasqueteamos la pintura y encontramos el orificio de ese disparo, dio la medida de proyectil 45 y definió la trayectoria que ese tiro iba de arriba hacia abajo».
Liliana Battistoti es vecina de Rawson y parte de la Comisión por la Memoria del Pueblo y asegura que “este año todas las actividades tienen la consigna de “Memorias en Lucha, Futuro de Revolución”. Seguimos luchando por los ideales que llevaron a los compañeros y compañeras a entregar su vida: un mundo sin explotadores ni explotados, una sociedad donde todos y todas tengamos las mismas posibilidades de estudiar, de acceder a la salud y a la vivienda”.
