Hace más de un año nos metimos a una caja de resonancia mágica, una con los colores de nuestros barrios, con nuestras ideas como infraestructura y con la garganta como principal armamento.
Quitándonos las esquirlas del silenciamiento, nos zambullimos en la radio, para vocalizar cualquier concepto de base con nuestro periodismo federal y la sangre latinoamericanista que nos representa, un paso más como brazo sonoro de nuestra revista. Conocimos de señas, de trabalenguas y del armado de un guión pero sobre todas las cosas aprendimos a dejar volar nuestra imaginación.
Hace un poco más de cien años, un día como hoy, unos locos cantaban en una azotea para dejar las huellas donde caminaríamos después. Por Nacional Rock, FM 93.7, se oyen los pasos, nuestros pasos, en la historia de la radiodifusión pública. No queda más que estar contentas y contentos cadas vez que interferimos la señal y que rompemos una grilla. Porque en la radio pública hace rato suena la villa. Cada sábado, de 14 a 16, vamos aprendiendo a contramano de cualquier academia, con los saberes de los potreros, de las postas de salud o de cualquier comedor. En la información, en la música, en los bloques especiales, en los informes, en las entrevistas y en cada comentario: suena la villa, un pedazo del sector popular, una pluralidad necesaria con los ruidos más lindos y con la lucha asamblearia. Prepará los oídos que esto recién está comenzando. ¿Todavía no nos escuchaste? La Garganta de los barrios, ¡gritando!
