El Trastorno del Especto Autista (TEA) es una condición con la que nace 1 de cada 58 personas. En 2012, cuando se lo diagnosticaron a su hijo, Gabriela Veloso, vecina y mamá de Villa Itatí, Quilmes, no imaginaba que empezaba una historia de militancia que ya lleva una década. Al principio estaba aterrada, pero hoy está al frente de las demandas sobre una problemática que aún no se conoce mucho.
“La terapia era intensa: siete sesiones semanales y, además, la escuela. No quedaba tiempo para nada. He llorado meses porque, como mamá, sentís que el diagnóstico que le dan a tu hijo también es para vos. Empecé a militar al darme cuenta de que en su escuela sabían poco del tema, y trataba de compartir con los docentes lo que íbamos aprendiendo sobre cómo tratarlo o cómo evitar el bullying”.
“Luego me sumé a una asociación nacional llamada @tgdpadrestea, con sede en Quilmes. Acompañamos, respondemos consultas y ayudamos a las familias con los trámites y tratamientos. Es un espacio de contención para papás y mamás que se sienten desbordados”.
“El trabajo es disputar derechos con el Estado. Hay cuestiones macro, como que cada municipio adhiera a la ley nacional y provincial sobre autismo, para poder implementar después otras normas como la Ley 27.043 de Detección Temprana. Hoy existen en Quilmes varios puntos donde podés llevar a un nene para que lo diagnostiquen. También logramos que se implementara el sistema de pictogramas, un método de comunicación alternativa con imágenes que evita que los chicos entren en crisis”.
“En Quilmes por lo menos 500 familias tienen chicos con TEA. No son bichos raros, hay que romper con esa mirada juzgadora. Tienen derecho a ser respetados y vivir mejor. Cuando mi hijo llegó a cuarto grado, me dijeron que lo pasara a una escuela especial porque no podían adaptar los contenidos para él. Otras veces te dicen que se tiene que ir por tener conductas disruptivas. La exclusión forma parte de nuestro sistema educativo. La frase siempre es ´la escuela pública no está preparada´. Si eso es un problema y no la violencia que nos rodea, ¡estamos mal!”.